El presidente Joe Biden se enfrenta a una creciente ola de críticas debido a su respaldo sin reservas a la guerra liderada por Israel en Gaza. El suministro constante de bombas estadounidenses, responsables de la creciente tasa de mortalidad entre los palestinos, ha generado cuestionamientos desde diversas esferas, incluyendo el Congreso, la administración, grupos de derechos humanos y medios de comunicación.
Expertos y funcionarios estadounidenses señalan el uso frecuente por parte de Israel de armas de gran tamaño en zonas urbanas densas, como bombas de 2 mil libras fabricadas en Estados Unidos. Este enfoque ha elevado la tasa de mortalidad de palestinos a niveles alarmantes, con estimaciones que indican que el 90 por ciento de las municiones utilizadas por Israel en las primeras dos semanas de la guerra eran bombas de entre mil y 2 mil libras.
El New York Times, en su edición dominical, destaca la sorprendente destrucción causada por las fuerzas israelíes, calculando que la ofensiva ha cobrado la vida de 10 mil mujeres y niños en Gaza. Este número supera las cifras de mujeres y niños fallecidos en dos años de conflicto en Ucrania.
Amnistía Internacional ha condenado el notable desprecio de las fuerzas israelíes por las vidas civiles, calificando los ataques indiscriminados como posibles crímenes de guerra. La organización exige la suspensión inmediata del suministro de armas y municiones a Israel por parte de Estados Unidos.
Mientras tanto, la administración de Biden continúa acelerando la entrega de bombas y municiones a Israel, instando al Congreso a levantar restricciones sobre el suministro de armas. Aunque la Casa Blanca destaca su liderazgo en la respuesta humanitaria en Gaza, la entrega constante de armamento estadounidense ha generado críticas internas y externas.
La resolución legislativa presentada por congresistas, incluyendo a Ilhan Omar y Alexandria Ocasio-Cortez, busca frenar la entrega de bombas adicionales a Israel. Aunque respaldada por organizaciones de derechos humanos, enfrenta desafíos significativos en un Congreso mayoritariamente favorable a Israel.
Internamente, funcionarios del gobierno expresan su alarma y oposición a la política de apoyo incondicional de Biden a Israel. Más de mil funcionarios han firmado declaraciones internas en desacuerdo con la postura oficial.
A pesar de las crecientes críticas y la presión interna, Biden sostiene su posición, arriesgándose a perder apoyo entre diversos sectores de la población estadounidense. La controversia en torno a su manejo de la guerra en Gaza podría tener consecuencias políticas significativas, especialmente entre los votantes más jóvenes, donde la desaprobación alcanza el 70 por ciento, según una encuesta de NBC News. Además, el presidente enfrenta la posibilidad de perder votos en sectores árabe-estadounidenses y musulmanes en estados clave en las elecciones del próximo año.
Las imágenes de destrucción masiva en Gaza, resultado del uso continuo de armamento estadounidense, plantean preguntas difíciles sobre la política exterior de Estados Unidos y el costo político que Biden podría pagar por su respaldo inquebrantable a Israel.