Antony Blinken, Secretario de Estado de EE.UU., se vio obligado a realizar un cambio de aeronave al regresar de Davos a Washington debido a una inesperada situación en su Boeing 737. Los informes de la prensa que lo acompañaba sugieren que la falla estuvo vinculada a una fuga de oxígeno, generando preocupaciones sobre la seguridad del vuelo.
El grupo de viaje, tras participar en reuniones en la cumbre mundial de Davos, abordó inicialmente el Boeing 737 modificado en Zúrich. Sin embargo, el problema mecánico surgió después del embarque, obligando al grupo a desembarcar. Para resolver la situación, se envió un avión más pequeño para Blinken, mientras que algunos miembros del grupo optaron por regresar a Washington en vuelos comerciales.
Este incidente marca otro revés para la reputación ya deteriorada de Boeing, cuya estrella ha perdido brillo en los últimos tiempos. Además, el reciente problema con el tapón de la puerta en un avión de Alaska Airlines, perteneciente a la misma familia 737, resalta las crecientes preocupaciones sobre la calidad y la seguridad de estos aviones.
El director ejecutivo de Boeing, Dave Calhoun, admitió un “error” de la compañía relacionado con el incidente de Alaska Air, lo que ha suscitado interrogantes adicionales sobre la integridad de los ensamblajes y pernos en los aviones 737. A pesar de ser una versión más antigua y modificada para uso militar, el Boeing 737 de Blinken se ve afectado indirectamente por la sombra de problemas previos que ha enfrentado la familia 737.
Estos inconvenientes se suman a una serie de desafíos que Boeing ha enfrentado, desde la inmovilización del 737 Max debido a los accidentes en Indonesia y Etiopía hasta problemas de calidad en otros modelos, como el 787 Dreamliner y el 777. La industria de la aviación sigue de cerca estos eventos, planteando interrogantes sobre la fiabilidad y la seguridad de los aviones Boeing.