En el mercado, es común encontrar productos idénticos con diferencias de precio notables, basadas únicamente en el diseño y el empaque dirigido a hombres y mujeres, siendo estas últimas las más afectadas por esta disparidad.
Este fenómeno, conocido como “Tasa Rosa” o Pink Tax, es un recargo que las empresas aplican a los productos dirigidos al público femenino, sin ser un impuesto real.
La Tasa Rosa implica que productos casi idénticos se vendan a precios diferentes según el género al que están dirigidos, según lo señala Armin Valet, experto en nutrición y alimentación del Centro de Asesoramiento al Consumidor de Hamburgo.
Las empresas, conscientes de que las mujeres están dispuestas a pagar más por ciertos productos o servicios, aplican esta estrategia para aumentar sus ganancias, especialmente en cosméticos, peluquería y ropa, explica Martin Fassnacht, experto en marketing de la escuela de negocios WHU.
Sin embargo, esta disposición a pagar más a menudo es explotada de manera injusta, utilizando estrategias de marketing que persuaden a las mujeres a comprar productos más costosos, incluso si apenas se diferencian de los productos dirigidos a hombres.