Donald Trump, el ex presidente de Estados Unidos, está utilizando los cargos criminales que enfrenta como una plataforma política para su candidatura presidencial. Esta semana está programado que comience el primero de los cuatro juicios criminales en su contra, y Trump ha transformado estos procesos en una oportunidad para proyectarse como un héroe perseguido, llegando incluso a compararse con figuras históricas como Nelson Mandela y Jesucristo.
A pesar de que nunca antes en la historia de Estados Unidos un ex presidente ha sido acusado de delitos criminales, Trump ha optado por hacer campaña mientras se enfrenta a 88 cargos criminales. Esta situación sin precedentes lo llevará a estar en el banquillo de los acusados durante la semana y a realizar actos proselitistas solo los fines de semana, convirtiendo sus juicios en parte integral de su campaña.
Trump ha atacado repetidamente a los fiscales y al juez a cargo de su juicio en Nueva York, acusando a los demócratas de orquestar una cacería de brujas política en su contra. Incluso llegó a atacar a la hija del juez, quien trabaja para una consultora que ha trabajado con políticos demócratas, incluido el presidente actual. Estos ataques llevaron al juez a emitir una prohibición contra Trump para hacer declaraciones personales de ese tipo, lo que el ex presidente y sus aliados denuncian como un intento de suprimir su libertad de expresión.
A pesar de los intentos de Trump y su equipo legal de retrasar sus juicios criminales, solo uno de los cuatro está programado para comenzar en Nueva York el 15 de abril. Aunque Trump ha solicitado repetidamente la postergación de estos juicios, sus esfuerzos han sido en vano. Sin embargo, ha utilizado estas batallas legales para su beneficio político, emitiendo mensajes de campaña que solicitan contribuciones y presentándose como un mártir moderno dispuesto a sacrificarse por la “noble causa” de salvar al país de lo que él llama “operativos políticos disfrazados de fiscales y jueces”.
A pesar de los desafíos legales que enfrenta, Trump continúa siendo una figura polarizadora en la política estadounidense, utilizando sus cargos criminales como un trampolín para su campaña presidencial y sembrando dudas sobre la imparcialidad del sistema judicial.