La llegada de un submarino nuclear estadounidense a la base naval de Guantánamo ha generado una fuerte reacción del gobierno cubano, que calificó la presencia del submarino como una “escalada provocadora”. Esta acción ocurre solo un día después del arribo de una flotilla rusa, que incluye un submarino nuclear, al puerto de La Habana. La flotilla rusa está compuesta por la fragata Gorshkov, el submarino Kazan, un buque petrolero y un remolcador de salvamento, y su visita se extiende del 12 al 17 de junio.
El gobierno cubano aseguró que ninguno de los barcos rusos lleva armas nucleares y que su visita se enmarca en las históricas relaciones de amistad entre Cuba y Rusia. Sin embargo, la presencia de estos buques ha sido vista con recelo tanto por Estados Unidos como por otros países de la región.
En respuesta, Estados Unidos ha desplegado varios buques de guerra y un avión de reconocimiento submarino para monitorear la situación, destacando la fragilidad de las relaciones internacionales en el Caribe. A pesar de los esfuerzos por minimizar la tensión, la Casa Blanca calificó la presencia militar rusa como un movimiento preocupante, aunque no necesariamente alarmante.
Políticos estadounidenses, como la congresista María Elvira Salazar, han criticado duramente la administración Biden por permitir que estas situaciones ocurran tan cerca de las costas estadounidenses, recordando los tensos momentos de la Guerra Fría. Mientras tanto, el gobierno cubano insiste en que la base de Guantánamo no tiene importancia estratégica para Estados Unidos y solo busca ultrajar los derechos soberanos de Cuba.