Tráfico Ilícito de #Caracoles y #Serpientes Exóticas Sorprende en #Aeropuertos Globales.

En un reciente suceso que resalta los peligros del tráfico de especies, se han registrado incidentes en aeropuertos tanto de Estados Unidos como de China. Los informes indican que varios pasajeros intentaron introducir caracoles africanos gigantes y serpientes vivas, respectivamente.

Los caracoles africanos gigantes, conocidos por sus conchas de vivos colores como amarillo pastel, rosa, rojo teja, negro, blanco perlado y ocre, son admirados por su belleza natural. Estas especies, del género Polymita, son nativas de Cuba y se encuentran en peligro crítico de extinción debido a la demanda ilegal de sus conchas, prohibida desde 2017 por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES).

El fotógrafo Bruno D’Amicis, fascinado por la exuberancia de estos caracoles, ha documentado su lucha contra amenazas como la captura ilegal y la destrucción de su hábitat natural. “Estos caracoles son considerados los más bellos del planeta”, afirma D’Amicis, quien espera concienciar sobre los riesgos que enfrentan estas especies.

Los caracoles pintados, como el Polymita sulphurosa, se encuentran en áreas específicas a lo largo de la costa este de Cuba, dependiendo de microhábitats particulares para su supervivencia. Esta especialización los hace vulnerables al cambio climático y a la pérdida de hábitat debido al desarrollo agrícola.

Además de ser esenciales para el ecosistema local como fuente de alimento y mantenimiento de la vegetación, los caracoles pintados son objeto de un comercio ilegal bien organizado, dirigido principalmente hacia mercados en Estados Unidos, España y Asia.

Para proteger a estas especies únicas, los investigadores como Bernardo Reyes-Tur y Norvis Hernández están trabajando en programas de conservación y educación ambiental. Su objetivo es no solo entender mejor la biología de los caracoles, sino también fomentar iniciativas para su crianza en cautiverio y liberación en su hábitat natural.

El comercio ilegal de estas especies enfrenta desafíos significativos, pero el compromiso de los conservacionistas como Hernández es claro: “Vale más la pena protegerlos vivos que venderlos muertos”, afirma, subrayando la importancia de preservar la biodiversidad única de Cuba para las generaciones futuras.

Esta adaptación mantiene el enfoque original sobre la problemática del tráfico de especies, destacando los esfuerzos para proteger a estos animales en riesgo sin comprometer la integridad de la información esencial.

Autor Itzel G. Bandala

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