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En agosto de 2024, Pemex registró una caída del 6.6% en su producción de crudo, alcanzando 1.495 millones de barriles por día (bpd), niveles no vistos en más de cuatro décadas. A pesar de los esfuerzos por aumentar la producción nacional, la petrolera mexicana sigue importando grandes cantidades de combustibles, lo que retrasa el objetivo de alcanzar la soberanía energética prometida por el gobierno saliente.
La producción de combustibles, aunque aumentó un 15% interanual, no ha sido suficiente para abastecer la demanda interna, y la nueva refinería Olmeca, que fue clave en las promesas del presidente Andrés Manuel López Obrador, ha tenido un arranque limitado. En agosto, Olmeca procesó solo 39,014 bpd de combustibles, muy por debajo de los 340,000 bpd que se esperaba lograr.
A pesar de la retórica de rescatar a Pemex y reducir su dependencia de las importaciones, la petrolera sigue importando 416,700 bpd de gasolina y 142,000 bpd de diésel. Las promesas de autosuficiencia han sido aplazadas hasta 2025, cuando se espera que entren en operación nuevas coquizadoras que, según el gobierno, ayudarán a cerrar la brecha de producción.
Además de estos desafíos, Pemex enfrenta una deuda financiera significativa de 99,000 millones de dólares, lo que la mantiene bajo el escrutinio de las agencias calificadoras. La presidenta electa, Claudia Sheinbaum, tendrá que lidiar con esta situación, así como con la deuda con proveedores, estimada en 20,000 millones de dólares.
