Descontento en #Dearborn: La voz Árabe se hace sentir en las #Elecciones.

Desde que Israel aumentó su ofensiva militar en el sur de Líbano, Naddine Ahmad, de 31 años, envía cada mañana un mensaje a su familia en Beirut para asegurarse de que estén a salvo. Esta analista de datos de Dearborn, una ciudad de 110,000 habitantes en el área metropolitana de Detroit, expresa su frustración: “No es aceptable” el papel de Estados Unidos en Medio Oriente.

“Es muy duro. Nuestro hogar está siendo destrozado con el dinero de nuestros impuestos,” comenta Naddine, mientras se encuentra en una protesta que exige el cese de los bombardeos israelíes, envolviendo su cabeza con una kufiya roja y blanca. Para la comunidad árabe estadounidense, la guerra en Medio Oriente se siente demasiado cercana.

A un año del ataque de Hamás a Israel y la posterior respuesta contra Gaza y Líbano, las banderas libanesas ondean en las coloridas casas del sur de Michigan. En las cafeterías locales, se ven carteles que anuncian un “esfuerzo consciente” para eliminar los “productos sionistas” de las estanterías, como forma de protesta.

Dearborn, conocida por tener la mayor población de árabes estadounidenses en el país (54%, según el último censo), se convierte en el centro de atención en las próximas elecciones del 5 de noviembre. Michigan, con la comunidad libanesa más grande del país, es uno de los siete estados clave en la contienda electoral.

Según las encuestas, la vicepresidenta Kamala Harris está por delante de Donald Trump por apenas medio punto en Michigan. Con 15 de los 538 electores del colegio electoral, este estado es crucial en la carrera electoral, siendo el segundo más disputado después de Pensilvania.

La diversa y mayoritariamente musulmana comunidad árabe de Michigan, que incluye a personas de Egipto, Siria, Irak, Yemen y Líbano, ha comenzado a exigir a Joe Biden que detenga la cooperación militar con Israel. “El año pasado, Estados Unidos invirtió un récord de 17,900 millones de dólares en ayuda militar a Israel,” según un informe de la Universidad de Brown.

Naddine, nacida en Detroit de padres libaneses, enfatiza que lo que sucede en Medio Oriente es “una cuestión humanitaria, no religiosa,” y afirma que no se siente representada por ningún partido político. “Biden ganó en Michigan gracias a la comunidad árabe, pero ya dejó claro que apoya a Israel. Por eso, no podemos respaldar a Harris,” expresa Naddine, quien se arrepiente de haber votado por Biden hace cuatro años, pero tampoco considera votar por Trump.

La participación de la comunidad árabe de Dearborn, que tiende a ser más cercana a los demócratas, podría ser decisiva, especialmente considerando la estrecha diferencia de votos que llevó a Trump a la victoria en 2016 y a Biden en 2020.

En la Avenida Ford, Ahmed Kadouch, de 24 años, y Yasmina Daher, de 26, venden ramos de rosas para recaudar fondos para las personas desplazadas por la guerra. “Nací en EE.UU., pero mis abuelos son de Dahieh, cerca de Beirut. Espero que nuestra casa siga en pie,” comenta Yasmina, refiriéndose a una de las zonas más afectadas por los recientes bombardeos.

Dearborn está marcada por la historia de Henry Ford, cuya fábrica de automóviles fue fundamental para atraer a la migración árabe a principios de 1900, ofreciendo empleos en un contexto de alta demanda de mano de obra. A pesar de que esta comunidad ahora enfrenta una disminución industrial, sigue siendo un pilar importante en la región, con un crecimiento notable en la población árabe estadounidense, que aumentó de 215,000 en 1980 a 1.4 millones en 2021, según un análisis del Pew Research.

A medida que se aproximan las elecciones, el apoyo de la comunidad árabe hacia los demócratas se tambalea. En 2020, Biden ganó casi el 60% del voto árabe a nivel nacional, pero en encuestas recientes, el apoyo a Biden entre los árabes estadounidenses ha caído por debajo del 20%.

“Muchos de nosotros no votaremos por demócratas ni republicanos,” señala Walid Harb, del Centro Islámico de América. “Algunos buscarán alternativas que representen realmente sus intereses,” explica Harb, quien ha escuchado este sentir entre sus amigos.

Durante las primarias demócratas en Michigan a principios de año, un 13% de los votantes expresó su descontento emitiendo un voto de protesta, lo que sirvió como una alerta para el Partido Demócrata. El alcalde de Dearborn, Abdullah Hammoud, también ha criticado fuertemente al gobierno de Biden, al igual que la congresista Rashida Tlaib, quien ha levantado la voz en favor de los derechos palestinos.

“No pasaremos por alto a ningún presidente que apoye a un gobierno que bombardea escuelas y destruye vidas,” subraya Hammoud en una reciente protesta por Líbano. Aunque los árabes estadounidenses representan solo el 1.2% de la población total, su influencia en Michigan, donde cerca de 190,000 personas hablan árabe, es significativa.

Aseal Nasser, una estudiante de 21 años de la Universidad Estatal de Wayne, menciona que “no planea votar” y que, si lo hace, su voto no irá ni para Trump ni para Harris, ya que siente que la vicepresidenta “no ha hecho nada para cambiar la situación.” En cambio, la candidata del Partido Verde, Jill Stein, que ha mostrado apoyo al reclamo palestino, podría ser una opción.

Mientras tanto, la comunidad de Dearborn siente “tristeza” por lo que sucede en Medio Oriente. Noor, una residente, comparte: “Estamos pagando para que EE.UU. bombardeé a nuestra gente. Nos sentimos responsables por eso.”

Para Harb, este es un momento en el que la comunidad árabe busca ayudar “como puede,” ya sea a través de donaciones o con su voto, porque sienten que “no tienen poder.” Su objetivo es “una paz basada en la justicia,” justicia para palestinos, israelíes y libaneses, porque, como él dice, “si no hay justicia, la guerra volverá.”

“Es muy duro ser árabe estadounidense en este momento,” concluye Lubna Faraj, de 30 años, mientras sostiene la mano de su pequeño hijo, esperando comprar un ramo de rosas blancas.

Autor Itzel G. Bandala

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