Con el verano a la vuelta de la esquina en Argentina, el riesgo de incendios aumenta, lo que ha llevado a los habitantes a movilizarse ante la drástica reducción de recursos públicos destinados a proteger sus bosques.
En Córdoba, por ejemplo, la comunidad se ha unido para colaborar con los bomberos, llevando literales bidones de agua en esta época de sequía, entre otras actividades de apoyo.
Aunque no debería ser así, esta época se ha vuelto tristemente famosa como la temporada de incendios. Solo en septiembre, esta provincia central ha sido devastada por el fuego, arrasando 69.000 hectáreas hasta ahora en 2024, un área más de tres veces mayor que la Ciudad de Buenos Aires. Para ponerlo en perspectiva, el año pasado ya se habían perdido 40.000 hectáreas en el mismo lugar, según información de la Defensoría del Pueblo de la Nación.
Desde su hogar en San Esteban, Cintia Cruz y Ariel Barranca fueron testigos de cómo las llamas se acercaban. A pesar de que avisaron a las autoridades, la ayuda oficial llegó tarde. Dos días después de que comenzara el incendio, su casa, junto con las de otros vecinos, quedó atrapada en el fuego.
Frente a esta situación, decidieron unirse a los bomberos locales en la lucha contra el fuego. Con mangueras, bidones y una camioneta, hicieron lo posible por extinguir los focos principales. Cargaron su vehículo con bidones de agua de 200 litros. “En un momento, solo agarré algo de ropa, y mientras escuchaba cómo crepitaban las llamas, salí corriendo con un balde para mojar lo que pudiera”, relata Barranca.
Cuando las llamas estuvieron a un paso de sus casas, Cruz y Barranca ayudaron a evacuar a otros vecinos, dejando atrás sus pertenencias. Hoy, donde solían vivir, solo hay cenizas y escombros de lo que alguna vez fue su hogar. A pesar de que, gracias al trabajo de los brigadistas y algunas lluvias, se lograron extinguir los focos activos, la zona sigue en emergencia, ya que octubre y noviembre son los meses más secos del año.
Convertidos en activistas ambientales, los vecinos están trabajando junto a la Brigada Forestal Colibrí, un proyecto que lleva años colaborando con los bomberos. Se encargan de difundir información a través de WhatsApp y redes sociales, organizan talleres y asambleas, y convocan jornadas de reforestación. Todos comparten una preocupación común: la falta de políticas efectivas para prevenir incendios.
El Servicio Nacional de Manejo del Fuego informa que el 95% de los incendios son causados por actividades humanas, lo que hace que la prevención sea crucial, no solo la respuesta posterior.
Durante los incendios en Córdoba, el presidente Javier Milei sobrevoló la zona acompañado del ministro de Defensa, Luis Petri, y la secretaria general de la presidencia, su hermana Karina Milei. Este gesto contrasta con la escasa respuesta presupuestaria a la emergencia. Mientras el Congreso declaró la emergencia ambiental, el gobierno emitió un decreto que disolvió el Fondo Fiduciario para la Protección Ambiental de los Bosques Nativos, que era clave para el manejo sostenible de estos ecosistemas.
Desde el gobierno justificaron la disolución del fondo al mencionar “deficiencias en los registros” que complicaban el seguimiento de las actuaciones. Según la Fundación Ambiente y Recursos Naturales, el presupuesto de la Subsecretaría de Ambiente y la Administración de Parques Nacionales ha disminuido más del 40% en el primer semestre de 2024 debido a la inflación y a la falta de recursos adicionales. Esta Subsecretaría incluye el Servicio Nacional de Manejo del Fuego, encargado de prevenir y combatir incendios.
Además, el proyecto de Ley de Presupuesto 2025 asigna solo $28.603 millones para prevenir incendios, representando menos del 0,025% del total. La participación de la Subsecretaría de Ambiente será solo 0,066% del presupuesto total, lo que implica una caída que oscila entre el 12,25% y el 25% considerando la inflación.
Ante esta situación, Octavio Pérez Pardo renunció como director de Bosques de la Subsecretaría de Ambiente, argumentando que la disolución del fondo dificultaría la correcta implementación de la ley de protección de los bosques nativos.
Mientras tanto, en la casa de Cintia Cruz y Ariel Barranca, donde antes había cocina y comedor, ahora solo hay cenizas. Aunque esperan reconstruir lo perdido, son conscientes de que no será fácil. Están listos para levantar de nuevo las paredes, pero saben que los árboles y la vegetación tardarán años, tal vez décadas, en regresar.