Gisèle Pelicot, la mujer francesa que fue drogada y violada por su propio esposo durante más de 10 años, enfrentó con valentía a sus abusadores esta semana en el tribunal de Avignon, en el sureste de Francia. Su exmarido está siendo procesado por drogarla, violarla y permitir que otros hombres abusaran de ella. En su testimonio, Gisèle dejó claro un mensaje poderoso: “La vergüenza no es para nosotras, es para ellos”.

Subiendo al estrado, Pelicot, de 72 años, expresó que quiere que otras mujeres que han sido víctimas de abuso sexual entiendan que no deben cargar con la culpa. “No somos nosotras las que tenemos que sentir vergüenza, sino ellos”, declaró con firmeza. Su objetivo es inspirar a otras mujeres a no quedarse calladas. “Si yo lo hice, ellas también pueden hacerlo”, agregó, haciendo referencia a su decisión de llevar el caso de manera pública y exigir que los videos de las violaciones sean utilizados como prueba en el juicio.
Pelicot solicitó el divorcio en 2021, tras descubrir los horrores que había vivido sin saberlo. Durante su testimonio, explicó que solía sentirse afortunada por tener a Dominique a su lado, especialmente cuando sufría problemas de salud. Sin embargo, después se reveló que esos problemas estaban relacionados con los sedantes y somníferos que él le administraba sin su consentimiento entre 2010 y 2020.
“Estoy tratando de entender cómo alguien que consideré perfecto pudo hacerme esto”, expresó Gisèle, profundamente afectada. “¿Cómo pudo haberme traicionado de esta manera? ¿Cómo permitió que extraños entraran a mi dormitorio?”. En el tribunal, también relató cómo su exmarido la cuidaba, le cocinaba y le servía helado, el mismo método que utilizaba para drogarla antes de permitir los abusos. “Nunca sospeché nada, solía pensar que estaba cansada por las largas caminatas”, añadió con tristeza.
Durante su declaración, Pelicot también se refirió a los familiares de los acusados que habían subido al estrado para defender a sus seres queridos, calificándolos como “hombres excepcionales”. Gisèle fue contundente: “Un violador no es solo alguien que encuentras en un aparcamiento oscuro. Puede estar en tu familia, entre tus amigos”.

El proceso judicial ha generado un gran revuelo en Francia, y Gisèle Pelicot se ha convertido en un símbolo feminista al renunciar a su derecho al anonimato. “Me han dicho que soy valiente”, comentó, “pero esto no es valentía, es pura voluntad de cambiar las cosas”. En más de una decena de ciudades francesas, se han realizado manifestaciones en su apoyo, y organizaciones feministas están exigiendo que se modifique la ley de violación en Francia para incluir una cláusula sobre el consentimiento.
El juicio, que comenzó el 2 de septiembre, ha captado la atención de todo el país. Pelicot y su equipo legal han argumentado que la vergüenza debe recaer sobre los culpables, no sobre las víctimas. Aunque el proceso avanza lentamente debido al número de acusados, Gisèle sigue asistiendo todos los días, convencida de que su lucha servirá para evitar que otras mujeres pasen por lo mismo. “Esto no puede volver a suceder”, concluyó con determinación.
El juicio aún no ha llegado a su mitad, pero Gisèle Pelicot sigue firme en su misión de cambiar el rumbo de la justicia y hacer visible una de las caras más oscuras de la violencia sexual.