Mientras la carrera presidencial en Estados Unidos se acerca a su conclusión, el equipo de campaña de Kamala Harris y sus aliados se muestran optimistas, aunque cautelosos, sobre sus posibilidades de derrotar a Donald Trump. Los estrategas demócratas creen que los esfuerzos de la campaña para presentar a Trump como un líder autoritario, junto con su énfasis en los derechos reproductivos, podrían ser factores clave para lograr una ajustada victoria.
Harris mantiene una posición sólida en los estados del “muro azul” del norte, como Míchigan, Pensilvania y Wisconsin, donde encuestas internas la colocan ligeramente por encima de Trump. Sin embargo, sus asesores reconocen que la competencia es extremadamente cerrada y que la ventaja de Harris en estos estados es mínima. En los estados del Cinturón del Sol, la situación es igualmente tensa, con Harris compitiendo de cerca en Arizona, Georgia y Nevada, aunque enfrenta más dificultades en Carolina del Norte.
Por otro lado, el equipo de Trump cree que el expresidente sigue siendo competitivo en los estados clave y que podría ganar al menos uno de los del “muro azul”. A pesar del optimismo de su campaña, algunos asesores de Trump han expresado inquietud sobre el impacto que podría tener entre los votantes judíos las recientes revelaciones sobre sus declaraciones pasadas, en las que aparentemente elogió a Hitler.
Mientras Harris hace campaña con un mensaje de unidad y promesas de una economía más accesible, Trump intensifica su retórica, prometiendo detener la “invasión” de inmigrantes y persiguiendo judicialmente a sus opositores. En sus últimos mítines, se ha dirigido a sus seguidores con un tono cada vez más desafiante, mientras que Harris ha aprovechado el apoyo de figuras populares, como Beyoncé, para movilizar a sus votantes, especialmente a las mujeres preocupadas por el derecho al aborto.
La confianza de los demócratas también radica en su ventaja en la financiación de campaña y en una sólida operación en el campo. En los últimos días, la campaña de Harris ha movilizado a miles de voluntarios en los estados clave, mientras que la campaña de Trump depende de grupos externos con menos experiencia. Sin embargo, el equipo de Harris sigue preocupado por algunas debilidades, como el voto árabe en Míchigan, y por la posibilidad de que las encuestas estén subestimando el apoyo de Trump, un error que ya afectó a los demócratas en 2020.
Ambas campañas reconocen que cualquier evento imprevisto podría inclinar la balanza en los últimos días. Desde pequeños incidentes locales hasta problemas con las máquinas de votación, los estrategas advierten que esta elección podría decidirse por los detalles más mínimos, en una contienda que muchos ya consideran una de las más reñidas de la historia reciente.
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