Desde 2018, el salario mínimo en México ha registrado un aumento acelerado, pasando de 88.40 a 248.90 pesos diarios, un crecimiento significativo que ha beneficiado a los trabajadores de ingresos más bajos. Sin embargo, este ajuste ha tenido un efecto menos favorable en el poder adquisitivo de los empleados profesionales y gerenciales, que ha experimentado un rezago importante en comparación.
De acuerdo con un informe de la consultora WTW, el poder adquisitivo en los niveles profesionales ha disminuido un 25% en el periodo 2018-2024, mientras que a nivel gerencial, la pérdida ha sido de hasta un 36%. Este contraste refleja un desequilibrio provocado por los aumentos desproporcionados del salario mínimo, los cuales han superado notablemente los incrementos en los demás rangos salariales.
Jorge Romero, director asociado de Compensación y Beneficios de WTW México, advierte que aunque los aumentos al salario mínimo han sido necesarios, deben ir acompañados de un crecimiento en productividad y en el PIB para evitar que esta política se traduzca en inflación. Romero enfatiza que, de no sustentarse los incrementos en mayor capacitación y eficiencia laboral, la mejora en el ingreso de un sector podría terminar afectando el poder adquisitivo de otros.
Mientras el salario mínimo ha experimentado un crecimiento promedio anual del 13.5% en los últimos seis años, el resto de los sueldos han subido aproximadamente un 5.5% anual, muy por debajo del ajuste al costo de vida. Este desajuste ha contribuido a que los trabajadores de niveles superiores enfrenten una mayor dificultad para mantener su nivel de consumo.
Un análisis de AON sugiere que, de mantenerse el ritmo de crecimiento del salario mínimo en un 12% anual, esta remuneración podría igualar a los sueldos profesionales en 2028, debido a que los incrementos en otros niveles salariales son mucho más modestos. La presidenta Claudia Sheinbaum ha expresado su intención de continuar la política de recuperación salarial iniciada en la administración anterior, proyectando incrementos de alrededor del 12% anual para alcanzar en 2030 un salario mínimo que equivalga a 2.5 canastas básicas.
Por otro lado, las proyecciones salariales para 2025, según la Encuesta de compensación para personal sindicalizado y no sindicalizado de AON, oscilan entre el 5.7% y el 6.3%, menos de la mitad del incremento previsto para el salario mínimo. Esta diferencia genera inquietudes en empresas y trabajadores que buscan sueldos competitivos para retener talento, algo que se ha convertido en una prioridad.
Un estudio de Kelly revela que el 81% de los empleados considera el salario competitivo como el factor principal al evaluar una oferta laboral, y cerca del 35% de los trabajadores planea cambiar de empleo en los próximos 12 meses por considerar insuficiente su remuneración actual.