Mientras que en América Latina y muchas otras partes del mundo las elecciones se llevan a cabo los domingos, un día en que la mayoría no trabaja, en Estados Unidos la historia es diferente. Aquí, cada cuatro años, se celebran las elecciones presidenciales el primer martes después del primer lunes de noviembre. En esta ocasión, los protagonistas son Kamala Harris y Donald Trump.
Pero, ¿por qué ese día específico? La respuesta se remonta al siglo XIX y tiene que ver con los carruajes tirados por caballos y la religión.
En 1845, se estableció la normativa que fijaba la fecha de las elecciones para solucionar un vacío legal. El Congreso necesitaba elegir un día adecuado y, al hacerlo, consideró varios factores. No se podía votar un domingo porque era el día en que la mayoría iba a la iglesia. Lunes tampoco era opción, ya que los votantes tendrían que viajar el domingo en sus carruajes hasta los centros de votación en las capitales de los condados, lo cual muchos no harían por ser el “día del Señor”.
Los miércoles eran generalmente reservados para los mercados agrícolas, donde los agricultores vendían sus productos. Así que el martes se convirtió en la opción más lógica. Como explica Steve Israel, exmiembro del Congreso, “la razón de esta decisión tiene raíces en una sociedad mayormente rural. Era razonable en el siglo XIX, pero hoy en día, en la era de Internet, ya no lo es tanto.”
Durante su tiempo en el Congreso, Israel intentó varias veces que las elecciones se realizaran en fin de semana para mejorar la asistencia a las urnas. Lamentablemente, sus esfuerzos no prosperaron. Él señala que muchos votantes piensan que el martes es un día complicado para ir a votar porque tienen que trabajar. “Si cambiáramos las votaciones al fin de semana, veríamos un incremento en la participación ciudadana”, asegura.
No es el único que ha pensado en esto. Existe una organización llamada “¿Por qué el martes?” (Why Tuesday?) que busca promover el cambio de la fecha electoral al fin de semana. Un estudio de 2017 del Centro de Investigaciones Pew reveló que el principal motivo de abstención era la dificultad de votar debido a los horarios laborales. Hasta Chris Rock se animó a comentar sobre esto: “No quieren que votes. Si quisieran, no haríamos las elecciones un martes en noviembre. ¿Alguna vez hiciste una fiesta un martes? No, porque nadie iría”.
Antes de 2020, esta situación favorecía, de alguna manera, al partido Republicano. Como explica Daniel R. Birdsong, profesor de Ciencias Políticas, “es más fácil para quienes tienen más tiempo y recursos votar el martes. La desigualdad no está entre los partidos, sino entre quienes se interesan en la política”.
Sin embargo, con la llegada de la pandemia, todo cambió. Las restricciones de movilidad llevaron a que se implementaran medidas para facilitar el voto, como el voto por correo y las jornadas de voto anticipado en varios estados. Desde 2020, se aprobaron 62 leyes en cerca de 25 estados para mejorar la participación electoral.
En diez de esos estados, incluidos Hawái, California, Illinois, Maryland, Nuevo México, Nevada y Vermont, se crearon más lugares para votar por correo y centros de votación. Estas iniciativas hicieron que las elecciones de 2020 y las legislativas de 2022 alcanzaran las tasas de participación más altas en décadas.
Aunque las campañas republicanas fueron lentas para adaptarse a estos cambios, en las elecciones de 2024, han modificado su estrategia y ahora están promoviendo el voto por correo. Lara Trump, nuera del exmandatario y actual jefa del Partido Republicano, justifica este giro diciendo que “en este ciclo electoral, los republicanos vencerán a los demócratas en su propio juego, aprovechando todas las tácticas legales disponibles según las reglas de cada estado”.
A fin de cuentas, los expertos coinciden en que el verdadero problema no es si se vota un martes o un fin de semana, sino las restricciones que algunos estados están imponiendo para limitar el acceso a las urnas. Según el Centro Brennan para la Justicia, desde la pandemia, 19 estados han aprobado leyes que restringen el derecho a votar o limitan el acceso a las elecciones.