Ámsterdam sigue siendo un hervidero de tensión, con mucha rabia y miedo flotando en el aire.
La semana pasada, un grupo de hinchas israelíes fue atacado en las calles, las banderas palestinas fueron arrancadas de las paredes, y se gritaron insultos antisemitas en medio de disturbios violentos. Aunque ahora parece que la calma ha vuelto, tanto los residentes como los políticos locales temen que esto sea solo el principio de algo mucho más grande.
“No se trata solo de antisemitismo, también es racismo hacia los musulmanes y xenofobia. Estamos viendo cómo crecen todos estos tipos de odio en la ciudad”, comentó Sheher Khan, concejal de Ámsterdam, que busca luchar contra la islamofobia y el racismo institucional.
Y es que, según Khan, lo que realmente está causando el malestar entre sus electores es la postura del gobierno neerlandés en relación con el conflicto en Gaza. “El gobierno está ayudando con armas y dinero a la guerra, y mucha de nuestra comunidad musulmana, que es de unos 1 millón de personas, apoya abiertamente a Palestina”, explicó.
Pero, ¿qué fue lo que realmente desató los enfrentamientos en Ámsterdam? Algunos dicen que todo comenzó la semana pasada, cuando un grupo de aficionados del Maccabi Tel Aviv arrancó banderas palestinas, vandalizó taxis y recorrió las calles coreando consignas racistas como “¡mueran los árabes!”, celebrando los ataques israelíes en Gaza.
Lo que vino después fue violencia directa contra los hinchas israelíes, con varios heridos y cinco hospitalizados. La alcaldesa, Femke Halsema, reportó que los atacantes actuaron en pequeños grupos, buscando a los seguidores del Maccabi para golpear y escapar rápidamente.
En los días siguientes, la violencia se extendió: un tranvía fue incendiado y se lanzaron piedras a la policía. En un video que circuló por redes sociales, se oían gritos de odio. La policía arrestó a 68 personas en total, incluyendo a 10 israelíes.
Algunos, sin embargo, creen que todo esto no es algo nuevo. Señalan que las tensiones se vienen acumulando por más de 20 años, alimentadas por el auge de la extrema derecha y el aumento del antisemitismo y la xenofobia en Europa.
“Es como una bomba de tiempo”, comentó el concejal Itay Garmy, quien, como ciudadano neerlandés-israelí, ve cómo el cóctel de racismo, antisemitismo y la guerra en Gaza han generado un ambiente explosivo en la ciudad. Garmy lamentó que algunos minimicen el antisemitismo al culpar solo a los fanáticos del Maccabi y que eso no hace más que alimentar el miedo entre la comunidad judía local.
“Muchos judíos han dejado de usar la Estrella de David o la kipá en público por temor a ser atacados. Algunos ni siquiera usan sus nombres reales en aplicaciones de taxis para evitar ser identificados como judíos”, agregó Garmy.
El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, ha pedido a las autoridades neerlandesas que actúen con firmeza, mientras que desde el gobierno israelí se han comparado los ataques con los pogromos de hace siglos. Sin embargo, en Ámsterdam, muchos funcionarios judíos y la alcaldesa han rechazado esta comparación.
Por otro lado, la situación se complica con la participación de Geert Wilders, líder del Partido de la Libertad (PVV), quien aprovechó la situación para promover su agenda de extrema derecha. Wilders pidió incluso revocar la nacionalidad neerlandesa de algunas personas involucradas en los disturbios, lo que fue calificado por muchos como una maniobra manipuladora que solo empeora las tensiones.
Mientras tanto, algunos líderes religiosos de la comunidad musulmana han comenzado a trabajar en conjunto con la policía para evitar una mayor escalada, organizando diálogos y usando sus sermones para promover la paz. Uno de ellos, el imán Abdelaziz Chandoudi, comentó que lo más importante ahora es la seguridad de todos los ciudadanos de Ámsterdam, y que no es justo culpar a los jóvenes marroquíes de los disturbios, como algunos medios han hecho.
Finalmente, Stranders, miembro de la Comunidad Judía Liberal de Ámsterdam, señaló que aunque el antisemitismo proviene principalmente de la extrema derecha, también se debe reconocer el antisemitismo que surge en otros sectores, incluidos los movimientos de extrema izquierda y algunas comunidades musulmanas.