Un equipo internacional de científicos ha logrado un descubrimiento increíble en el desierto de Atacama, el lugar más árido del planeta: ¡microbios vivos y posiblemente activos! Gracias a una nueva técnica que separa el ADN dentro y fuera de las células, se ha logrado identificar una variedad de estos diminutos organismos en uno de los ecosistemas más hostiles de la Tierra.
Atacama, una vasta extensión de suelo árido en la costa chilena, es conocida por su extrema sequedad, lo que lo hace casi inhabitable para la mayoría de los seres vivos. A pesar de esto, estudios recientes sobre el suelo del desierto han mostrado la presencia de diversas comunidades microbianas. Sin embargo, hasta ahora había sido muy complicado estudiar cómo funcionan estos microorganismos, debido a la dificultad de distinguir entre el ADN de las células vivas y el de las muertas.
En un artículo reciente en la revista Applied and Environmental Microbiology, los investigadores han explicado cómo desarrollaron un método innovador que permite separar el ADN extracelular (eDNA) del intracelular (iDNA). Este avance es un paso importante para entender cómo sobreviven y actúan los microbios en entornos con poca biomasa, como el desierto de Atacama. Según Dirk Wagner, un experto en geomicrobiología del Centro Alemán de Investigación de Geociencias (GFZ), este descubrimiento abre nuevas posibilidades para estudiar los microbios en condiciones extremas.
Usando esta nueva técnica, los científicos analizaron muestras de suelo tomadas a lo largo de una franja que va desde la costa hasta las montañas de los Andes. En sus análisis, encontraron una variedad de microbios vivos en las zonas más áridas, lo que confirma la increíble capacidad de adaptación de estos organismos. “Los microbios son los pioneros que colonizan estos ambientes extremos, allanando el camino para otras formas de vida”, explicó Wagner.
Lo más interesante es que este proceso no solo es útil para estudiar desiertos como Atacama, sino que podría aplicarse a otros terrenos que surgen después de desastres naturales, como terremotos o deslizamientos de tierra, donde el sustrato mineral o rocoso puede ser similar.
En el pasado, las herramientas para extraer ADN de muestras de suelo solo permitían obtener una mezcla de ADN de células vivas, inactivas y muertas. Esto dificultaba enormemente el estudio de los microbios activos. “El nuevo enfoque nos permite separar el ADN de los organismos vivos del que proviene de aquellos que ya están muertos”, añadió Wagner. Con esta técnica, es posible obtener muestras de ADN más puras, lo que facilita la identificación de los microbios activos.
En sus pruebas en el desierto de Atacama, los investigadores encontraron bacterias como Actinobacteria y Proteobacteria en todas las muestras, tanto de ADN extracelular como intracelular. Este hallazgo no es una sorpresa, ya que las células vivas continuamente producen y renuevan su ADN, mientras que las muertas dejan su rastro en el ambiente. Los investigadores también encontraron que, en las muestras tomadas a menos de 5 centímetros de profundidad, las bacterias Chloroflexota dominaban en el grupo de iDNA.
De cara al futuro, Wagner tiene grandes planes. Está preparando una secuenciación metagenómica de las muestras de iDNA para estudiar más a fondo la actividad de los microbios y, posiblemente, aplicar esta misma técnica a otros ambientes extremos. “Estudiar el ADN intracelular nos dará una visión mucho más profunda de la actividad real de los microbios”, concluyó.