Donald Trump acaba de soltar una bomba: promete imponer nuevos aranceles desde el primer día de su mandato, el 20 de enero. Según el presidente electo de EE. UU., este nuevo gravamen será del 25% a los productos importados de México y Canadá y 10% a los de China. La medida, a su juicio, es clave para frenar la migración ilegal y el tráfico de drogas, especialmente el fentanilo, dos de sus caballos de batalla para retomar la Casa Blanca.
Trump no dejó dudas de que México y Canadá “tienen el poder” para resolver estos problemas. Pero si no lo hacen, advierte, tendrán que pagar un precio muy alto.
Pero claro, la respuesta no se hizo esperar:
- Claudia Sheinbaum, presidenta de México, se plantó diciendo que “la cooperación” es la clave, no las intimidaciones”.
- Desde Canadá, el gobierno de Justin Trudeau se mostró dispuesto a negociar.
- Y China no tardó en advertir que “nadie ganaría en una guerra comercial”.
Para el economista mexicano Gerardo Esquivel, esta amenaza no es más que un movimiento clásico de Trump para iniciar una negociación con ventaja. “Es muy difícil que un presidente se lance a una guerra arancelaria sabiendo el daño que le haría a su economía. Trump solo está buscando sentarse a la mesa con poder”, comenta Esquivel, quien es profesor en la UNAM y tiene un doctorado de Harvard.
¿Por qué lo está haciendo ahora?
Esquivel lo ve claro: Trump está usando los aranceles como carta de negociación, especialmente con México y Canadá. Con China, los conflictos comerciales ya son inevitables, pero el mensaje parece ser para presionar a sus vecinos en Norteamérica y conseguir algo en la mesa.
“Es más un truco para empezar negociaciones que una amenaza real. Es difícil que se llegue a una guerra de aranceles, porque afectaría demasiado a todas las economías involucradas”, señala el economista.
¿Es solo una amenaza?
Recordemos que Trump ya usó esta táctica en 2018 para forzar acuerdos migratorios con México. Entonces, ¿será esto un nuevo intento de hacer lo mismo con Sheinbaum? Esquivel cree que México podría, como en el pasado, hacer un trato para frenar la migración, pero sin llegar a extremos como una guerra comercial.
El impacto de los aranceles.
Si los aranceles se implementan, el aumento de precios sería inmediato. El mercado estadounidense se vería afectado con un encarecimiento de productos, desde alimentos hasta automóviles. “Esto golpearía a todos, no solo a los productores, sino también a los consumidores estadounidenses, quienes verían cómo suben los precios de los productos importados”, alerta Esquivel.
¿Y México? Los exportadores mexicanos serían los primeros afectados, aunque todo el sector productivo sufriría las consecuencias. “No necesitamos auto-dañarnos con algo así”, recalca el economista.
¿Cómo debería responder México?
Para México y Canadá, lo importante es mantener la calma y recordar que este tipo de estrategias de Trump son parte de su estilo de negociación. “Ya hemos negociado con Trump antes, y aunque hay amenazas, siempre hay espacio para acuerdos”, concluye Esquivel.
De hecho, Sheinbaum parece estar en una mejor posición ahora que López Obrador estuvo en 2018, ya que México ya conoce el modus operandi de Trump y está listo para enfrentar las negociaciones con un tratado de libre comercio ya firmado.
¿La acusación de “puerta trasera” a China?
Por último, en cuanto a las acusaciones de que México es usado como puerta trasera para China, Esquivel asegura que no hay evidencia de tal cosa. Es solo parte del ruido político, especialmente con el proceso electoral en Canadá. Sheinbaum también ha desmentido esta acusación, argumentando que México no está siendo usado de esta manera.
En resumen, este enfrentamiento podría ser una negociación en marcha, no una guerra comercial. Aunque las amenazas son claras, lo más probable es que todas las partes busquen un acuerdo beneficioso sin llegar al caos. ¡Habrá que esperar!