La histórica ciudad de Alepo, la segunda más grande de Siria, ha caído, en su mayoría, bajo el control de fuerzas rebeldes tras la ofensiva más intensa contra el régimen de Bashar al Assad en años, informó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (SOHR). Este avance marca la primera vez que los rebeldes logran adentrarse tanto en la ciudad desde su expulsión en 2016.
El precio de esta ofensiva ha sido alto: más de 300 personas, entre ellas más de 20 civiles, han perdido la vida desde el miércoles, según cifras del SOHR, que opera desde Reino Unido. El ejército sirio reconoció que los rebeldes ocuparon “amplias zonas” y que decenas de soldados murieron o resultaron heridos en los enfrentamientos.
Rusia entra en escena con bombardeos nocturnos
En respuesta, Rusia, aliada clave del régimen de Assad, lanzó ataques aéreos intensos en las zonas tomadas por los rebeldes. Observadores reportaron la muerte de al menos 16 civiles en un ataque sobre la rotonda Al Basel de Alepo el sábado. Además, la ciudad permanece incomunicada, con su aeropuerto y carreteras cerradas.
Mientras tanto, el ejército sirio se ha replegado “temporalmente” para organizar una contraofensiva, según declararon en un comunicado. Pero la tensión aumenta: familias intentan desesperadamente huir de Alepo, enfrentándose a bloqueos y embotellamientos.
Rebeldes en acción y el temor de la población.
El grupo Hayat Tahrir al Sham (HTS) lidera esta operación junto a facciones aliadas. Videos muestran combatientes en vehículos armados desplazándose por zonas estratégicas de la ciudad, como el suburbio occidental y áreas cercanas a la emblemática ciudadela medieval de Alepo.
Sin embargo, los civiles enfrentan un drama cotidiano. Sarmad, un residente de 51 años, expresó su temor: “Escuchamos bombardeos día y noche… tenemos miedo de que todo se descontrole y nos veamos desplazados de nuevo”. Según Naciones Unidas, los ataques han causado la muerte de al menos 27 civiles, incluidos niños.
Un conflicto que no da tregua.
Desde el inicio de la guerra civil en 2011, más de medio millón de personas han muerto. Lo que comenzó como protestas por la democracia derivó en un enfrentamiento complejo entre el gobierno, grupos rebeldes y potencias extranjeras.
Actualmente, Idlib, último bastión opositor, es un escenario clave controlado por HTS y otras facciones respaldadas por Turquía. Mientras tanto, Rusia e Irán han reafirmado su apoyo al régimen de Assad, comprometiéndose a “neutralizar el complot rebelde”.
Con esta ofensiva, los rebeldes han demostrado que el conflicto sirio sigue lejos de resolverse. El futuro de Alepo y sus habitantes pende de un hilo.