En un giro completamente inesperado de la historia, el 18 de agosto de 1972, la televisión estatal de la antigua República Democrática Alemana (RDA), el Aktuelle Kamera, sorprendió a todos con un informe muy peculiar: ¡Fidel Castro le había regalado una isla a Alemania Oriental! 😲
El obsequio no era cualquiera, sino un pedazo de tierra caribeña: el Cayo Blanco del Sur, un islote de 7 km², con apenas 500 metros de ancho y 15 km de largo, situado en el Golfo de Cazones. Esa isla sería renombrada Cayo Ernesto Thaelmann, en honor a un líder comunista alemán que, trágicamente, fue fusilado por Hitler en 1944.
Un regalo con mucha historia.
Todo comenzó meses antes, en junio de 1972, durante una visita oficial de Fidel Castro a Berlín. Fue allí cuando el líder cubano mostró su generosidad: mientras el líder de la RDA, Erich Honecker, le entregaba un oso de peluche (sí, el símbolo de Berlín), Castro le ofrecía una isla. ¡Así de sencillo! 😅
En un gesto simbólico, Castro le mostró a Honecker un mapa de Cuba y señaló la isla que ahora sería “alemana”. Le explicó que estaba situada cerca de la famosa Bahía de Cochinos, lugar de la fallida invasión de los imperialistas.
Y para que la ocasión fuera aún más significativa, Castro sugirió que la isla llevara el nombre de Ernst Thälmann, un líder comunista alemán que luchó contra el nazismo, y que la pequeña playa del islote fuera llamada “Playa RDA”. El plan era transformar la isla en un “destino turístico comunista” para los habitantes de la RDA.
La isla nunca se hizo famosa.
El proyecto de convertir la isla en un resort comunista nunca se concretó. A pesar de la ambiciosa idea de fidelizar a los turistas de Alemania oriental con un pedazo de paraíso tropical, la RDA no estaba en condiciones económicas para emprender semejante empresa. Y así, la isla siguió siendo un lugar deshabitado, rico en biodiversidad, pero olvidado por muchos.
Pese al acuerdo, los ciudadanos de la RDA nunca pudieron visitar su “regalo” en el Caribe. Las restricciones para viajar eran tan severas que ni siquiera llegaban hasta Hungría, mucho menos a una isla en el Caribe.
Un “regalo” que quedó en el olvido.
Con la caída del muro de Berlín y la reunificación de Alemania en 1990, la isla pasó a un segundo plano. Alemania reunificada nunca reclamó el territorio. De hecho, algunos aseguran que el “regalo” de Cuba nunca fue más que un gesto simbólico.
Y con el paso de los años, la isla Ernesto Thälmann cayó en el olvido. En 1988, el huracán Mitch destruyó el busto de Thälmann que se había erigido en la isla, y hoy, el único rastro de su existencia alemana es el resto de la estatua que alguna vez fue colocada allí.
Así, una isla que estuvo en el centro de un acto de diplomacia tan singular, se ha quedado deshabitada y con pocos recuerdos de su época como territorio alemán. ¡Vaya regalo de Fidel! 🎁