El lingüista estadounidense Caleb Everett, quien creció en contacto con pueblos indígenas brasileños, ha dedicado gran parte de su carrera a investigar cómo los idiomas pueden influir en la forma en que pensamos y percibimos el mundo. En su nuevo libro, A Myriad of Tongues: How Languages Reveal Differences in How We Think, argumenta que las lenguas no son simplemente un reflejo de una experiencia humana común, como muchos lingüistas pensaban anteriormente, sino que pueden moldear de manera significativa la forma en que los hablantes entienden conceptos clave como el tiempo, el espacio y los números.
Everett, quien vivió en la Amazonía brasileña desde temprana edad debido al trabajo misionero de su padre, destaca cómo muchas lenguas indígenas, como las de la región amazónica, tienen estructuras radicalmente diferentes a las lenguas occidentales. Un ejemplo es el idioma Tupi Kawahib, que no emplea metáforas espaciales para describir el tiempo, lo cual es muy diferente a idiomas como el inglés, donde el futuro está “delante” y el pasado “detrás”.
En sus investigaciones, Everett también descubre que ciertos idiomas tienen complejas distinciones de tiempo que no se encuentran en lenguas más comúnmente habladas. Algunos idiomas amazónicos, por ejemplo, poseen hasta siete tiempos verbales, lo que implica una comprensión del tiempo más matizada que la que se encuentra en idiomas con solo tres tiempos. A su vez, otros idiomas como el Karitiana, hablado en Rondônia, solo distinguen entre futuro y no futuro, lo que refleja una visión del tiempo menos detallada.
Además, Everett reflexiona sobre la importancia de las lenguas en la configuración de la realidad cultural. Por ejemplo, algunos pueblos amazónicos no tienen conceptos de “minutos” o “horas”, lo que influye directamente en cómo experimentan el paso del tiempo. En contraste, las sociedades occidentales están profundamente condicionadas por la medición del tiempo, y esta diferencia cultural también se traduce en diferentes maneras de pensar sobre el futuro y el pasado.
Uno de los temas centrales del trabajo de Everett es cómo las lenguas muertas o en peligro de extinción pueden hacernos perder un entendimiento profundo de cómo los seres humanos piensan y sienten. Muchas lenguas indígenas tienen vocabularios muy específicos para describir cosas como los olores, lo cual, según Everett, revela una manera de pensar distinta que se pierde con la desaparición de esas lenguas.
Además, Everett advierte que la mayoría de las investigaciones lingüísticas se basan en lenguas y culturas de sociedades occidentales, como Estados Unidos o Europa, lo cual limita nuestra comprensión de la cognición humana. Las sociedades WEIRD (acrónimo en inglés de sociedades occidentales, educadas, industrializadas, ricas y democráticas) no representan la diversidad completa de la humanidad, por lo que Everett insta a los lingüistas a expandir su visión más allá de estas culturas y a estudiar lenguas menos conocidas.
El trabajo de Caleb Everett pone de manifiesto que, lejos de ser una simple herramienta para comunicarnos, los idiomas son vehículos que modelan nuestra manera de entender el mundo, y que la desaparición de lenguas, como las de la Amazonía, representa una pérdida irreparable para la humanidad.