#Narcopentecostales: las pandillas de favelas que mezclan crimen y fe religiosa ✨🔫

En las peligrosas favelas de Río de Janeiro, un fenómeno inquietante está tomando fuerza: bandas criminales que mezclan el narcotráfico con un fanatismo religioso cristiano. ¡Sí, así como lo lees! Estas pandillas, conocidas como “narcopentecostales”, ven su accionar delictivo como una especie de “misiones divinas” bajo la protección de Dios.

Cuando la policía incauta drogas como cocaína o marihuana en estas zonas, no es raro encontrar los paquetes decorados con la estrella de David. Pero ojo, no tiene nada que ver con la fe judía. Según algunos cristianos pentecostales, este símbolo representa su creencia en que el retorno de los judíos a Israel traerá consigo la segunda venida de Cristo.

El Complejo Israel: un “territorio sagrado” bajo el crimen.

El Tercer Comando Puro, una de las organizaciones criminales más temidas de Río, se ha apoderado de cinco barrios en las favelas del norte, ahora conocido como el “Complejo Israel”. Este movimiento fue inspirado, según la teóloga Vivian Costa, por una supuesta “revelación divina” que tuvo uno de sus líderes. “Se ven a sí mismos como soldados de Cristo, con Jesús como el verdadero dueño del territorio”, explica Costa, autora del libro “Traficantes evangélicos”.

Sin embargo, este fanatismo religioso no está exento de críticas. Los pandilleros han sido acusados de usar la violencia para expulsar religiones afrobrasileñas como Umbanda y Candomblé, pintando mensajes en las paredes que dicen: “Jesús es el Señor de este lugar”. ¡Una mezcla explosiva de fe y crimen!

De traficante a pastor: la redención de un excriminal.

El pastor Diego Nascimento sabe de cerca lo que significa vivir entre el crimen y la fe. Con 42 años, este exmiembro del Comando Rojo pasó de liderar actividades delictivas en la favela Vila Kennedy a predicar el evangelio. “Todo cambió cuando un traficante me habló de Jesús, arma en mano. Ahí encontré una salida”, relata.

Hoy, Diego dedica su vida a trabajar con presos, ayudándolos a dejar el crimen, como lo hizo él. Sin embargo, deja claro que no ve posible combinar ambas cosas: “No puedes ser evangélico y matón al mismo tiempo. Si sigues los mandamientos, no puedes traficar drogas”.

Una “neocruzada” que amenaza la libertad religiosa.

El avance del cristianismo evangélico en Brasil ha sido imparable y, según proyecciones, podría superar al catolicismo como la religión mayoritaria del país a finales de esta década. Pero su influencia en las favelas también trae serias denuncias de intolerancia religiosa.

Christina Vital, socióloga de la Universidad Federal Fluminense, asegura que las comunidades en estas zonas viven “bajo asedio”. Los narcotraficantes han cerrado templos de Umbanda y Candomblé, y las amenazas llegan hasta el punto de atacar a quienes practican estas creencias.

Por su parte, Rita Salim, responsable del Departamento de Delitos Raciales e Intolerancia de la policía, advierte que las agresiones lideradas por estas bandas generan terror en las comunidades. Incluso se ha emitido una orden de arresto contra el cabecilla del Complejo Israel por un ataque contra un templo afrobrasileño.

Narcotáfico y religiosidad: una relación de larga data.

La teóloga Vivian Costa sostiene que la mezcla entre el crimen y la fe no es algo nuevo en Brasil. En el pasado, los gánsteres buscaban protección tanto en santos católicos como en deidades afrobrasileñas. “Lo que vemos ahora no es algo exclusivo del pentecostalismo, sino una continuidad de cómo el crimen ha utilizado la religión para justificar su poder”, asegura.

Pese a las etiquetas de “narcopentecostalismo”, Costa prefiere llamarlo “narcoreligiosidad”, destacando cómo esta combinación pone en peligro un derecho fundamental: la libertad de culto, protegido por la Constitución brasileña.

Una cosa está clara: estas bandas no solo trafican drogas, también imponen miedo y destruyen las bases culturales y religiosas de las comunidades bajo su dominio.

Autor Itzel G. Bandala

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