El Papa Francisco ha decidido disolver el Sodalicio de Vida Cristiana, esa comunidad religiosa peruana que estuvo en el ojo del huracán por las múltiples acusaciones de abusos sexuales y psicológicos cometidos por su fundador y otros miembros importantes del grupo.

En un comunicado oficial, la Asamblea del Sodalicio confirmó la noticia que ya había circulado días antes a través del portal especializado Infovaticana. Aunque el Vaticano aún no ha hecho un pronunciamiento formal sobre este tema, la noticia ha generado gran revuelo. No es común que el Papa disuelva una comunidad religiosa, aunque esté envuelta en un escándalo tan grande.
El Sodalicio, que empezó en Perú en 1971 bajo la dirección de Luis Fernando Figari, estaba compuesto por sacerdotes y laicos católicos. En su momento, llegaron a contar con alrededor de 20,000 miembros en países de América Latina y EE.UU..
Reconocidos oficialmente como comunidad religiosa por el Papa Juan Pablo II en 1997, el Sodalicio estuvo bajo la lupa de diversas investigaciones por parte de la fiscalía peruana y del Vaticano en los últimos años. En 2017, un informe encargado por la sociedad dejó claro que Figari y otros altos miembros habían abusado de al menos 19 menores y 10 adultos.
¿Cómo llegamos hasta aquí?
Tras años de denuncias, en 2023, el Papa envió a Charles Scicluna, arzobispo de Malta, y al sacerdote español Jordi Bertomeu para investigar los abusos dentro del Sodalicio. El Vaticano no tardó en tomar cartas en el asunto, y en 2024, expulsaron a Figari, quien negó siempre haber cometido algún delito.
La periodista Pao Ugaz, coautora del libro “Mitad monjes, mitad soldados”, comentó a BBC Mundo sobre la expulsión de Figari: “Es una decisión valiente que marca el principio del fin de una organización que, hasta ahora, había quedado impune.”
La disolución final del Sodalicio era algo que muchos esperaban con ansias, después de años de lucha y denuncias. El fin de una sociedad que se percibía como un claro ejemplo de abuso y corrupción dentro de la Iglesia.