“Argentina está carísima en dólares”, comenta Manuel, un empresario gastronómico de 37 años, mientras charlamos en un café de Buenos Aires. “Seguro ya lo notaste, viniendo de Estados Unidos”.

Y no se equivoca. Apenas llego a la ciudad en diciembre, el precio del café me da la primera pista.
En Palermo, uno de los barrios turísticos más populares, una taza de café ronda los $3.300 pesos argentinos, lo que equivale a unos US$3.20 al cambio oficial. Para sorpresa mía, ¡es un dólar más de lo que cuesta en Miami! 😲
Pero no solo en zonas turísticas se siente este impacto. En los barrios menos concurridos, los precios en dólares también están por las nubes. Un pan de molde cuesta unos US$4, la manteca sale US$3 y un termo Stanley, un básico de cualquier hogar argentino, se vende por US$140, mientras que en Estados Unidos no supera los US$30.
Según el famoso Índice Big Mac de The Economist, el precio de la emblemática hamburguesa en Argentina alcanza los US$7.37, lo que la convierte en la más cara de América Latina y la segunda más costosa del mundo, solo detrás de Suiza.

¿Y qué pasó? Hace un año, esta misma hamburguesa costaba la mitad en dólares.
El “súper peso” y su efecto sorpresa.
El peso argentino se ha fortalecido un 40% en términos reales entre diciembre de 2023 y octubre de 2024, según estimaciones del Banco de Pagos Internacionales (BIS). Sin embargo, esto no se ha traducido en una mejora para el bolsillo de los argentinos. Los salarios están estancados, y las reformas económicas del presidente Javier Milei han llevado a una recesión que golpeó el consumo.
Milei, quien asumió con la promesa de domar la inflación, logró reducirla significativamente, pasando del 211% en 2023 al 118% en 2024, su mayor logro hasta ahora. Esto lo logró con una estrategia de “ancla inflacionaria”, controlando la devaluación mensual del peso al 2%, muy por debajo del ritmo de la inflación.

Sin embargo, el lado B de esta política es la “inflación en dólares”, que creció más del 70% en el último año. Hoy, lo que antes costaba US$100, ahora te sale US$170.
Dólar “blue” y blanqueo de capitales.
El gobierno también implementó una movida clave: un exitoso blanqueo de capitales que atrajo más de US$19.000 millones. Esto permitió calmar el mercado cambiario y mantener al dólar paralelo (conocido como “blue”) casi al nivel del oficial.
¿Y el impacto en la economía?
El fortalecimiento del peso tiene sus pros y contras. Por un lado, los salarios en dólares subieron. Según datos de la plataforma Bumeran, el sueldo promedio en Argentina ahora es de US$1.234, por encima del promedio regional.
Por otro lado, los costos de producción también subieron, afectando a la industria y al agro, que ahora son menos competitivos tanto en el mercado local como en el exterior. Esto, sumado a la apertura de importaciones, está dejando en jaque a las empresas nacionales.
Además, el turismo internacional se desplomó un 19.2% en noviembre, ya que los extranjeros ya no ven al país como un destino “barato”. Al mismo tiempo, muchos argentinos aprovechan el “dólar planchado” para viajar al exterior.
Milei: “No habrá devaluación”.
Pese a las críticas de economistas y figuras como Domingo Cavallo, quien comparó el “súper peso” con la crisis de los 90, Milei defiende su estrategia. “El tipo de cambio no está atrasado”, afirmó en una entrevista reciente, calificando las críticas como “insultantes”.
El presidente asegura que su enfoque está en desregular la economía, bajar impuestos y fomentar el crédito, no en devaluar. De hecho, el Banco Central anunció que en febrero reducirá aún más la devaluación mensual del peso al 1%.
Aunque la inflación sigue bajando –cerró diciembre en un 2.7% mensual–, la gran pregunta es si Argentina podrá sostener su economía sin provocar otro ajuste cambiario.
Por ahora, el país sigue siendo caro en dólares, y muchos se preguntan cuál será el costo de seguir siendo “caros pero con un peso fuerte”.