#Chicago: el epicentro del choque entre las ciudades santuario y las redadas de #Trump.

En Estados Unidos, hay varias ciudades que se autodenominan “santuarios”. Entre ellas destacan Los Ángeles, Nueva York, Houston, Chicago y Atlanta, conocidas por implementar políticas más amigables hacia los migrantes indocumentados. Pero con Donald Trump nuevamente en la Casa Blanca, estas ciudades enfrentan un nuevo desafío.

Trump ha prometido una política de deportación contundente, con el ambicioso objetivo de expulsar a un millón de personas. En este contexto, las ciudades santuario están en la mira, y Chicago se convirtió en uno de los primeros blancos de las redadas federales. Durante el fin de semana, agentes de migración realizaron operativos en esta ciudad del norte, así como en Atlanta, Denver, Miami y San Antonio.

¿Qué significa ser una ciudad santuario?

El concepto de “santuario” tiene raíces históricas. En la Edad Media, los monasterios ofrecían refugio a quienes huían de la persecución. En Estados Unidos, este término resurgió en los años 80 y 90, cuando activistas y comunidades religiosas protegían a migrantes de El Salvador y Guatemala que escapaban de dictaduras. Desde entonces, ciudades con una alta población de indocumentados, como Los Ángeles o San Francisco, comenzaron a adoptar esta etiqueta simbólica.

“No existe una definición legal de lo que es una ciudad santuario”, explica Ernesto Castañeda, sociólogo y director del Laboratorio de Inmigración de American University. Estas ciudades aspiran a brindar tolerancia y apoyo a las comunidades migrantes, pero las políticas varían de un lugar a otro. Por ejemplo, en Nueva York, la policía local no está obligada a informar a las autoridades migratorias sobre el estatus de una persona detenida, a menos que sea por un delito grave. Sin embargo, en otras ciudades, especialmente en estados republicanos, se colabora activamente con las agencias federales.

Chicago bajo presión.

Desde el regreso de Trump, las ciudades santuario están bajo un escrutinio más intenso. En su primer día de gobierno, firmó órdenes ejecutivas que eliminaron restricciones para realizar redadas en lugares antes considerados “sensibles”, como iglesias, escuelas y hospitales. Chicago, gobernada por demócratas, rápidamente se convirtió en una de las principales metas de estas operaciones.

El pasado fin de semana, agentes federales, bajo supervisión directa de altos funcionarios, llevaron a cabo redadas en barrios como La Villita, conocido por su gran comunidad latina. “La gente está asustada; hay menos movimiento en las calles. Aunque el alcalde apoye las leyes de ciudad santuario, poco puede hacer frente a las redadas de ICE”, asegura Castañeda.

A medida que estas operaciones aumentan, las comunidades migrantes toman precauciones extremas para evitar cualquier interacción con las autoridades. Algunos incluso evitan salir de casa o asistir a eventos religiosos. “Las iglesias han dejado de ofrecer misas en español por miedo a poner en riesgo a los fieles”, comentó la reverenda Tanya Lozano.

¿Un verdadero refugio?

Aunque las ciudades santuario pueden ofrecer cierta protección simbólica, no son un blindaje absoluto. Los agentes de ICE pueden realizar redadas en lugares públicos, empresas o incluso viviendas privadas. Y si un indocumentado es detenido por un delito, las autoridades federales tienen el derecho de iniciar un proceso de deportación.

Pese a las críticas de Trump y otros republicanos, Castañeda enfatiza que los migrantes suelen usar menos recursos públicos de lo que se cree. “Muchos pagan impuestos, pero no pueden reclamar reembolsos ni acceder a beneficios sociales por temor a exponerse”, explica. Además, este experto destaca que las deportaciones no son exclusivas de gobiernos republicanos, ya que también se realizaron en grandes cantidades durante los mandatos de Barack Obama y Joe Biden.

Sin embargo, lo que distingue a Trump es la agresividad y la escala de las operaciones. Con figuras como Tom Homan, conocido como el “zar de la frontera”, las redadas se han intensificado, creando un ambiente de miedo e incertidumbre en comunidades migrantes de todo el país.

Autor Itzel G. Bandala

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