Las corridas de toros en la Ciudad de México han dado un giro radical. Con 61 votos a favor y solo uno en contra, el Congreso local aprobó una reforma histórica que eliminará la violencia de estos espectáculos. Ahora, se prohíben las lesiones, muertes y el uso de objetos punzantes en las corridas. Además, el tiempo de actuación de cada toro se limitará a solo diez minutos.

Este cambio ha generado una división de opiniones. Mientras que defensores de los derechos animales y muchas autoridades locales celebran la decisión, el gremio taurino se muestra en desacuerdo, argumentando que esto cambia por completo la esencia de la tradición.
Raúl Pérez Johnston, presidente del Comité Jurídico de Tauromaquia Mexicana, expresó a CNN que esta propuesta transforma la fiesta brava en algo completamente diferente. “No sería una corrida de toros, sino otro espectáculo”, afirmó. Según él, esto sería como cambiar el balón de fútbol por uno de rugby: no sería lo mismo.
Para Jesús Sesma, diputado local del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) y uno de los impulsores de la reforma, esta es una evolución necesaria para la fiesta brava. “Hemos maltratado a otros seres vivos solo por diversión. Este será un antes y un después para la Ciudad de México y el país entero”, señaló.
Cambios en las reglas del juego.
La reforma establece que las corridas de toros en la Ciudad de México se realicen sin violencia. Esto significa que no se permitirá causarles daño o muerte a los toros, y se prohibirán objetos como las puya, banderillas y el estoque. En cuanto a la duración, cada toro solo podrá estar en el ruedo 10 minutos (antes eran 20 minutos) y no se podrán utilizar más de 6 ejemplares por evento.
Sanciones económicas de hasta US$ 16,970 se impondrán si se infringen estas nuevas reglas. También, se evitarán lesiones a otros animales o personas protegiendo los cuernos de los toros y novillos.
Rechazo en el gremio taurino y preocupaciones laborales.
La industria taurina no ha recibido bien la reforma, ya que considera que afectará a los trabajadores del sector, como artesanos, transportistas y restaurantes cercanos a las plazas. Pérez advierte que este cambio tendría un gran impacto en la industria taurina a nivel internacional.

Sin embargo, Sesma explicó que se están tomando medidas para proteger los empleos relacionados con la actividad taurina, buscando un equilibrio entre el bienestar animal y la preservación de empleos.
¿Y el toro? Un desafío técnico.
Uno de los puntos más polémicos de la reforma es la gestión del toro después del espectáculo. Pérez explica que no es sencillo reintegrar a los toros a las ganaderías después de haber sido toreado. El toro se vuelve más peligroso y las restricciones sanitarias complican el traslado de los animales entre diferentes regiones del país.
El gremio taurino también propone modificaciones en las reglas para preservar la tradición sin dañar a los animales, tal como se ha hecho en España, donde se han reducido ciertos procedimientos como el número de intentos para matar al toro.
En 2017, en las Islas Baleares se intentó una reforma similar, pero no tuvo éxito debido a la falta de aceptación pública.
Finalmente, Sesma subrayó que el espectáculo debe terminar, ya que la mayoría de la gente ya no lo ve como entretenimiento, sino como una forma de sufrimiento y crueldad hacia los animales.