Cuando Jorge Bergoglio, un argentino de 76 años, fue elegido Papa en marzo de 2013, rompió varios moldes históricos. El primer pontífice latinoamericano, no europeo desde el 741, y el primer jesuita en la historia de la Iglesia católica, hizo de la sencillez su sello distintivo.

Desde el principio, Francisco rechazó las ostentaciones vaticanas. Optó por recibir a los cardenales de pie, sin el trono papal, e incluso evitó la limusina papal, prefiriendo compartir un autobús con otros cardenales. Como afirmó en su momento: “Me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres.”
Un año después, la revista Time lo nombró “persona del año”. A pesar de que no era el favorito tras la renuncia de Benedicto XVI, Bergoglio fue elegido por su capacidad de conciliar puntos de vista conservadores y progresistas, y por su promesa de dar nueva vida al Vaticano.
¿De dónde venía Francisco? Jorge Mario Bergoglio nació el 17 de diciembre de 1936 en Buenos Aires, Argentina, en el seno de una familia inmigrante italiana. Desde joven, sufrió una grave infección respiratoria que lo dejó con un pulmón parcialmente extirpado, una condición que lo acompañaría toda su vida.
Antes de seguir su vocación religiosa, trabajó en diversos empleos, incluido como portero de un club nocturno. Posteriormente, decidió ingresar al seminario de los jesuitas, donde comenzó su formación y ascenso dentro de la jerarquía eclesiástica.

El lado humano de Francisco Bergoglio siempre destacó por su interés en las personas, especialmente en las más necesitadas. A lo largo de su vida, mostró una gran afinidad por los movimientos sociales, y su relación con la activista Esther Ballestrino, quien lo introdujo en el pensamiento de izquierda, marcó su vida y su comprensión del sufrimiento humano. La desaparición de su amiga durante la dictadura argentina lo impactó profundamente.
El Papa “tradicionalista” y reformista a la vez Aunque su pontificado estuvo marcado por una apertura hacia el diálogo interreligioso, la justicia social y los migrantes, también mantuvo posturas tradicionales, especialmente en temas como el aborto y la eutanasia. A veces, sus declaraciones sobre los derechos de las personas del mismo sexo y la posición sobre el matrimonio homosexual lo pusieron en el centro de las controversias.
Enfrentando desafíos internos Uno de los mayores desafíos para Francisco fue lidiar con las denuncias de abuso clerical, un tema sensible dentro de la Iglesia. Si bien fue criticado por no hacer lo suficiente, también implementó medidas para castigar a los responsables y a quienes encubrían estos crímenes.
Su legado Francisco vivió de manera austera. Rechazó la lujosa residencia papal y optó por un sencillo apartamento en la residencia de Santa Marta. Su papado, a pesar de las críticas, impulsó cambios importantes y buscó acercar la Iglesia a las realidades sociales del mundo contemporáneo.
Su legado será recordado por la apertura a los más vulnerables, su lucha contra la cultura de la impunidad en la Iglesia, y por su intento de reconciliar las diferencias dentro de la Iglesia y en el mundo.