La Casa Blanca está apretando a todas las agencias del gobierno para que tripliquen la cantidad diaria de arrestos por inmigración, con la meta loca de llegar a un millón de deportaciones al año. Esta movida representa un empujón mucho más fuerte que lo que vimos en administraciones pasadas y ya está causando que los recursos y el personal se estiren hasta el límite.

En el FBI, por ejemplo, cientos de agentes han sido reubicados para enfocarse en temas migratorios. Esto tiene a muchos preocupados porque podría afectar investigaciones clave sobre amenazas graves como terrorismo o espionaje de países como China y Rusia. Y lo más curioso es que los jefes no han dado instrucciones claras sobre cómo balancear ese trabajo con los casos que son realmente prioritarios, e incluso se ha pedido que no quede registro oficial de este cambio de prioridades.
De hecho, algunas oficinas del FBI han llegado al punto de rechazar nuevos casos que no sean de inmigración, porque ya no quieren sobrecargar aún más a sus equipos. Para tentar a los agentes a colaborar con estas “operaciones de cumplimiento y deportación”, en Nueva York les están ofreciendo horas extras y la posibilidad de cambiar a divisiones de su elección si cumplen hasta el cierre del año fiscal, el 30 de septiembre.
Otras agencias también sienten la presión. El Servicio de Alguaciles, que ya estaba saturado por la protección de jueces y otros funcionarios, ha tenido que echar mano para ayudar con las deportaciones de ICE, lo que solo ha aumentado la carga para todos.
Lo que antes eran alrededor de 1000 arrestos diarios, ahora la Casa Blanca quiere que se triplique esa cifra cuanto antes. Tom Homan, el zar fronterizo de la administración, dijo hace poco que aunque están contentos con los números que superan a los de la era Biden, no están ni cerca de estar satisfechos. “Necesitamos arrestar al triple y tener más dinero para hacerlo”, afirmó tajante.
En reuniones tensas, como la que tuvo Stephen Miller con altos mandos del ICE, se ha dejado claro que el mensaje es apretar fuerte y rápido en arrestos y deportaciones, con la promesa de que los agentes tendrán los recursos necesarios para lograrlo, según declaró la portavoz Abigail Jackson.
Para sostener esta ofensiva, el gobierno está fortaleciendo su fuerza de 6,000 agentes de ICE con incentivos, horas extras y ayuda de otras agencias federales. Eso sí, ha habido movimientos importantes en la cúpula del ICE: Ken Genalo, responsable de arrestos y deportaciones, se jubila y Robert Hammer, que dirige las investigaciones de seguridad nacional, será reasignado. ICE asegura que estos cambios son para cumplir con el mandato presidencial y proteger a las comunidades.
Pero ojo, porque sin más presupuesto, el plan tiene sus límites. Aunque hay un gran proyecto de ley en el Congreso que incluye miles de millones para estos fines, por ahora se debe sacar jugo a lo que hay. Por eso, se están pidiendo agentes de Aduanas, DEA, ATF y Alguaciles para reforzar la búsqueda de inmigrantes indocumentados por todo el país.
Incluso el Departamento de Seguridad Nacional ha solicitado a 20,000 miembros de la Guardia Nacional para echar una mano con la aplicación de estas leyes migratorias.
En resumen, la administración Trump está empujando con todo para acelerar las deportaciones, lo que está dejando a muchas agencias al borde del agotamiento y cambiando el enfoque tradicional de las investigaciones federales.