México y Colombia han forjado una alianza para buscar alternativas a la fallida política antidrogas impuesta por Estados Unidos. El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, respondió a la invitación de su homólogo colombiano, Gustavo Petro, para trabajar en una agenda conjunta que involucre a otras naciones de la región. El objetivo es encontrar una nueva visión del problema de las drogas que se enfoque en atender las causas, prevenir el consumo y promover el desarrollo de las comunidades más afectadas por la violencia y el narcotráfico.
El encuentro entre ambos líderes es significativo, ya que representan a dos gobiernos progresistas en México y Colombia que buscan abordar el problema de las drogas desde nuevas perspectivas. La conferencia en curso, la Conferencia Latinoamericana y del Caribe sobre Drogas, reúne a expertos, líderes campesinos y funcionarios de 15 países para explorar alternativas a la estrategia antidrogas adoptada desde los años 70.
En la conferencia, se discuten cuestiones clave, como la necesidad de revalorizar otros productos agrícolas además de la coca para brindar alternativas a los campesinos que actualmente dependen de los cultivos de coca. También se destaca la importancia de abordar las ganancias desproporcionadas de los traficantes y lavadores de activos en contraste con los ingresos limitados de los campesinos.
La estrategia de López Obrador se caracteriza por su enfoque soberano y por limitar la intervención de agencias estadounidenses, como la DEA, en los asuntos internos de México. La conferencia subraya la importancia de no criminalizar a los campesinos ni la hoja de coca, que tiene usos ancestrales y medicinales. En cambio, se busca “desnarcotizar” la producción y centrarse en generar opciones para las comunidades, prevenir el consumo y atacar las fuentes de financiamiento del crimen organizado transnacional.
La viceministra de Asuntos Multilaterales de Colombia enfatizó la necesidad de reconocer que la actual guerra contra las drogas ha generado resultados insatisfactorios y profundas desigualdades en las comunidades afectadas.
Esta alianza entre México y Colombia representa un paso importante hacia una política antidrogas más efectiva y centrada en el bienestar de las comunidades.