Tula, Ixmiquilpan y Tlaxcoapan son los principales municipios de la región de Hidalgo donde florece la hermosa flor de cempasúchil en el mes de octubre, un espectáculo que tiñe de tonos amarillos y naranjas los campos de la zona y que llena el aire con su característico aroma. Esta flor desempeña un papel fundamental en las festividades de los Fieles Difuntos y Todos los Santos en México.
En el país, los estados de Hidalgo, Guanajuato, Michoacán y el Estado de México son reconocidos por ofrecer las condiciones de suelo y clima ideales para el cultivo de esta flor, la cual florece después de la temporada de lluvias.
En Hidalgo, esta hermosa especie se cultiva en varias regiones, como Meztitlán, la Sierra Otomí-Tepehua, Valle del Mezquital y la Huasteca. A menudo, la producción de cempasúchil en el estado es principalmente para el consumo local, y los excedentes se comercializan en otros lugares.
Los municipios destacados en el cultivo de cempasúchil en Hidalgo incluyen a Tula de Allende, Ixmiquilpan, Tlaxcoapan, San Agustín Tlaxiaca, Actopan, Tezontepec de Aldama, Progreso de Obregón, Francisco I. Madero, San Salvador y Santiago de Anaya.
Hidalgo ocupa el tercer lugar a nivel nacional en términos de superficie dedicada al cultivo de cempasúchil, con un total de 112 hectáreas sembradas. La producción anual alcanza las mil 224 toneladas, con un valor superior a los 3 millones de pesos. El municipio de Tula de Allende lidera esta producción estatal con 51 hectáreas.
Ixmiquilpan se ubica en el segundo lugar estatal con 19 hectáreas de cultivo, seguido de Tlaxcoapan con 14 hectáreas, y San Agustín Tlaxiaca en cuarto lugar con 12.5 hectáreas.
El titular de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural en Hidalgo, Napoleón González Pérez, destaca que la entidad ha escalado un lugar y se ubica en el segundo lugar a nivel nacional en producción de cempasúchil, ocupando el sexto lugar en valor de producción.
La flor de cempasúchil, originaria de México y con el nombre en náhuatl “Cempohualxochitl”, es un elemento icónico en las ofrendas dedicadas a los difuntos en el Día de Muertos en el país. Se cree que su color naranja intenso y su fragancia guían a las almas de los fallecidos hacia los altares que sus familias han preparado para recibirlos en esta festividad tan significativa.