La Niña ya se nos fue, amiks. Su pasito por el clima global fue tan corto como peculiar, y ahora los meteorólogos están con el ojo bien puesto en lo que podría pasar sin ella ni El Niño dominando el escenario.

Este fenómeno climático —que suele traer consigo efectos bien marcados en el clima mundial— se presentó a principios de este año, pero no duró casi nada. Aunque desde el otoño pasado ya la atmósfera empezaba a mostrar señales de su llegada, las aguas frías del Pacífico tropical, que normalmente confirman su aparición, no se consolidaron hasta más tarde. Y cuando por fin lo hicieron, solo mantuvieron el nivel “La Niña” por unos cuantos meses.
Ahora mismo, ni La Niña ni El Niño están activos. Estamos en una especie de “pausa climática” llamada fase neutra, según explicó la NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos). Esta etapa neutral podría extenderse durante toda la primavera, el verano y quizás hasta el inicio del otoño boreal.
Pero ojo, esto no significa que La Niña haya desaparecido sin dejar rastro. Sus efectos pueden seguir rondando por un tiempo, aunque es difícil precisar cuánto, según comentó Michelle L’Heureux, experta del Centro de Predicción Climática. Algo similar ocurrió con El Niño anterior, que dejó su huella durante meses y ayudó a empujar las temperaturas globales a niveles récord en los últimos dos años.
Ahora que estamos sin ninguno de los dos fenómenos, el panorama se vuelve menos claro. Los pronósticos se vuelven más inciertos, pero los expertos ya están tratando de descifrar qué nos espera.
¿Y qué onda con la temporada de huracanes?
Con esta fase neutra, no hay una señal clara que ayude a prever cómo se portará la próxima temporada de huracanes en el Atlántico, que arranca en junio. Pero lo que sí es casi un hecho es que las condiciones neutras no durarán durante el pico de la temporada, entre agosto y octubre.

Por lo general, La Niña activa más a los huracanes, mientras que El Niño los frena un poco… salvo excepciones, como en 2023. Pero con ninguno de los dos al mando, los meteorólogos tienen que fijarse en otros factores.
Uno de ellos es el calor acumulado en los océanos, que siguen súper calientes. De hecho, más del 90 % del exceso de calor generado por la contaminación y los combustibles fósiles termina almacenado en los océanos, lo cual retrasa su enfriamiento.
Las temperaturas oceánicas han estado por las nubes durante 2023 y 2024, y eso puede ser una pista de que se viene una temporada de huracanes bastante movida. No olvidemos que el año pasado, con condiciones similares, se formaron 18 tormentas con nombre, de las cuales 11 fueron huracanes. Cinco de esos huracanes —incluidos Helene y Milton— golpearon directamente a EE.UU.
¿Y el calorcito?
Con la fase neutra también es difícil predecir con precisión qué va a pasar con las temperaturas y las lluvias en Estados Unidos, especialmente en verano. Pero lo que sí sabemos es que el pronóstico apunta a calor fuerte en casi todo el país, desde la primavera hasta bien entrado el verano.
Solo algunas zonas del noroeste y del norte podrían librarse un poco de ese calor intenso hasta junio. Después, el calor se extendería prácticamente por todo el territorio continental.
Este incremento de temperaturas no es casualidad: la contaminación sigue calentando el planeta, y eso provoca que los episodios de calor extremo sean cada vez más frecuentes. Además, en algunas regiones de EE.UU. la sequía sigue firme, lo que hace que el calor y la falta de lluvia se alimenten mutuamente, formando un círculo vicioso, como ya se vio el verano pasado.