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La semana pasada, Nuevo León comenzó a liberar agua de sus presas, ¡y todo se va al mar! Aunque esto suene como una gran noticia, la realidad es que esa agua podría estar llegando a las casas de los regiomontanos, pero en lugar de eso se pierde en el océano. 🌊
Y si pensabas que eso era lo peor… ¡prepárate para lo que viene! El estado está desperdiciando casi el 42% de su agua debido a fugas y robos en las tuberías. Este dato corresponde al año pasado, y lo peor es que la tendencia sigue aumentando. Desde 2006, el desperdicio no ha parado de crecer.
Según las estadísticas de Agua y Drenaje, 200 mil millones de litros fueron desechados el año pasado, ¡un desperdicio monumental!
El gran reto: reducir las pérdidas
Con las presas llenas, el verdadero desafío ahora es detener este desperdicio. Aunque el director de Servicios de Agua y Drenaje de Monterrey, Juan Ignacio Barragán, ha prometido varias veces que van a solucionarlo, los números siguen sin cambiar. El año pasado, el porcentaje de agua perdida fue el más alto registrado hasta ahora.
Lo que se desperdicia es equivalente a cinco presas “La Boca” llenas, teniendo en cuenta que la ciudad recibe 16 mil litros por segundo de agua diariamente.
De esa cifra alarmante, el 13% corresponde a fugas en las tuberías, mientras que el 28.6% se pierde por tomas clandestinas. Barragán lo explicó en un podcast, donde detalló que el porcentaje de fugas varía mes con mes, pero alrededor de 13% de la agua que consumen los regiomontanos se pierde por este problema.
Un medidor viejo, un desperdicio grande
Desde mayo de 2020, la paraestatal se comprometió a detectar y eliminar las tomas clandestinas. Incluso en 2022, anunciaron que iban a cambiar un millón de medidores en tres años para ponerle freno a este desperdicio. Sin embargo, las cifras siguen reflejando lo contrario. Barragán explicó que muchos de los medidores actuales son antiguos, y algunos apenas registran el 40% del agua que realmente se consume.
¿Solución a la vista?
Expertos aseguran que el momento de actuar es ahora, especialmente con el exceso de agua en las presas. La clave está en arreglar las fugas, sobre todo las que afectan al acueducto El Cuchillo II, y frenar las tomas clandestinas.
“Si lo manejan bien, pueden tener suficiente agua para los próximos 10 años”, dijo el hidrólogo Alfredo González. Pero para eso, las megafugas en El Cuchillo I deben repararse cuanto antes, ya que han aumentado un 20%.
