En el pintoresco Valle del Mezquital, se da inicio a la temporada de recolección del afamado frijol Flor de Mayo, una leguminosa que, de manera tradicional, se siembra junto al maíz, el cual cumple la función de servir de guía para su desarrollo.

Esta legumbre, conocida por su participación estelar en los platillos típicos de la región, como tlacoyos o tostadas, destaca tanto por su exquisito sabor como por su singular textura. Es común avistarla en las fondas, restaurantes y mercados locales, ya sea como parte integral de diversas delicias culinarias o disponible para su compra por kilo.
Cabe resaltar que esta variedad en particular, denominada Frijol Flor de Mayo Eugenia, es el resultado de una labor investigativa llevada a cabo por el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP). Esta nueva variante para riego y temporal surge de la cruzada interracial entre las variedades Flor de Mayo Anita y Rayado Rojo, realizada durante el ciclo de riego de 2003 en el Campo Experimental Bajío del INIFAP.
El desarrollo de esta nueva variedad fue liderado por un equipo de investigadores compuesto por el Dr. Jorge Alberto Acosta Gallegos, M.C. Yanet Jiménez Hernández, M.C. Bertha Ma. Sánchez García, Dra. Guadalupe Herrera Hernández y M.C. Rafael Atanasio Salinas Pérez †. Caracterizada por su forma de semilla de tipo media oreja, tamaño mediano, estructura alargada y color rosa con manchas crema, esta variedad destaca por su hábito indeterminado postrado tipo III, con una altura del dosel de 35 a 40 cm.
En condiciones de riego, presenta un ciclo intermedio con 55 días a la floración y 105 a 110 días a la madurez fisiológica. En entornos de cultivo temporal, su ciclo se acorta en respuesta a las condiciones climáticas predominantes, alcanzando la madurez en alrededor de 95 a 100 días. Además de su resistencia a la sequía moderada, posee genes de resistencia hipersensitiva al virus del mosaico común, así como a roya, antracnosis y tizones comunes y de halo. Destaca también su tolerancia a las pudriciones de raíz, ocasionadas principalmente por Fusarium oxysporum y solani, así como Rhizoctonia solani, tanto en condiciones de riego como temporales, en las regiones de El Bajío y el Altiplano del centro del país.