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Rodrigo González Martínez, un hábil artesano de Ciudad Sahagún, Tepeapulco, ha conquistado el mundo del arte con sus extraordinarias creaciones en hilos. Aprendió la técnica de hilorama de manera autodidacta, comenzando con mandalas y luego explorando figuras geométricas en pequeñas tablas. Recientemente, sus obras han trascendido las fronteras nacionales y han sido expuestas tanto en el Centro como en el Sur de México, además de llegar hasta Europa.
A sus 35 años, González Martínez relata cómo su pasión por la geometría se manifestó desde temprana edad, cuando empezó a dibujar formas caprichosas en sus cuadernos. Este proceso creativo se convirtió en una especie de terapia, una vía para explorar pensamientos filosóficos, como los del hinduismo.
Su incursión en el hilorama comenzó cuando, inspirado por un conjunto de hilos en su hogar, decidió utilizarlos como medio para crear arte, similar a cómo solía hacerlo con lápices de colores en papel. Este descubrimiento marcó un punto de inflexión en su carrera artística.
Antes de perfeccionar su técnica actual, González Martínez experimentó con otras formas de arte textil, como los Ojos de Dios y tejidos en estambre y macramé, siempre con el objetivo de “unir los puntos”.
Durante su estancia en Oaxaca, donde vivió de manera seminómada en diversas comunidades, transformó la madera utilizada para cocinar y calentar agua en lienzos improvisados, sobre los cuales colocó clavos para luego tejer sus obras.
Su trabajo ha sido ampliamente reconocido en galerías de México, con exhibiciones destacadas en Coyoacán y recientemente en España, donde se presentó en una sala asociada a Espacio Kanuwa, famoso por su colección de arte huichol.
Recientemente, participó en un taller en el Centro de Cultura Regional de Tepeapulco, donde compartió su conocimiento con niños y adultos, invitado por el coordinador Erick Alan Hernández.
Entre sus proyectos más ambiciosos se encuentra “Huehueteotl”, una obra monumental de aproximadamente 1.30 metros de diámetro, creada para el Festival de Fuego, en la cual invirtió hasta seis horas diarias durante un mes y medio para su realización.
