En los últimos tres meses, la cantidad de migrantes varados en Ciudad Juárez, en la frontera norte de México, se ha multiplicado por seis, llegando a alcanzar los 8 mil, según informaron directores de albergues locales. Este fenómeno se atribuye a cambios climáticos y a la política de Estados Unidos.
Los administradores de los principales albergues en Juárez explicaron que el clima más benévolo y el anuncio de Estados Unidos sobre la posible acogida de migrantes que ya están en México han animado a más personas a intentar cruzar la frontera.
El padre Francisco Javier Bueno Guillén, a cargo de La Casa del Migrante, advirtió que los tres principales albergues de la ciudad están cerca de su capacidad máxima.
“Ahorita estamos hablando de que La Casa del Migrante está en una capacidad de 95% a 80% en comparación con hace unas semanas, que estábamos en 50% u 55%”, explicó.
México ha experimentado un aumento en el flujo migratorio después de la caída inicial provocada por la expiración del Título 42 de Estados Unidos en mayo pasado, según reconoció el presidente, Andrés Manuel López Obrador.
“Ahorita más o menos estamos hablando de que en la casa tenemos 350 u 370 personas, mientras que en mayo, después de terminar el Título 42, teníamos 100 personas”, agregó.
Se estima que alrededor de mil o mil 100 migrantes viven en las calles, durmiendo en parques y en casas en ruinas. Además, ha habido un aumento notable de familias completas de Centro y Suramérica, así como de mexicanos, que intentan cruzar la frontera.
Santiago González Reyes, titular de la Dirección de Derechos Humanos del municipio, quien está a cargo del albergue municipal Kiki Romero, indicó que también están llegando muchos hombres solos.
El albergue Kiki Romero está al 80% de su capacidad. El acceso principal actual para los migrantes es a través del tren, y se ha observado un repunte un mes después de que Estados Unidos y México anunciaron centros en territorio mexicano para procesar a migrantes.
“La intención es llegar de manera legal, y la otra opción es entregarse y dejar que Dios decida”, expresó Ángel Abreo, un migrante de 24 años que salió de Venezuela en agosto pasado. El joven atravesó a pie el tramo de selva El Darién entre Colombia y Panamá y viajó en el tren conocido como “La Bestia”, que va desde el sur de México hasta llegar a Juárez.
“Allá escasea el trabajo, la comida, ahora todo está caro y hay mucha gente que prefiere emigrar”, subrayó.