Haití se sumerge en el caos luego de una masiva fuga de presos desencadenada por el asalto a una prisión por parte de pandillas. Puerto Príncipe, la capital, se encuentra virtualmente paralizada, con el cierre de escuelas y bancos. La declaración de estado de emergencia y el toque de queda han llevado a pocas personas a salir a las calles, limitándose únicamente a comprar elementos esenciales como agua y combustible.
El ataque a la Penitenciaría Nacional, la principal cárcel del país, ocurrió en medio de una escalada de violencia en la ciudad, donde bandas armadas han atacado incluso el aeropuerto internacional y edificios policiales. El secretario general de la ONU expresó su profunda preocupación por el rápido deterioro de la seguridad en Haití, subrayando la necesidad de una acción urgente.
Las pandillas exigen la renuncia del primer ministro Ariel Henry, quien ha estado al mando del país desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse en 2021. Aunque Henry se encontraba en Kenia firmando acuerdos para el envío de ayuda policial, su ausencia ha dejado al secretario de Economía a cargo de la firma de la declaración de emergencia.
La situación en Haití se agrava aún más con la muerte de Moïse, sumiendo al país en una profunda crisis política, humanitaria y de seguridad. La violencia de las bandas ha llevado al desbordamiento de las fuerzas estatales, y la fuga masiva de presos es solo un ejemplo de la falta de control en la nación caribeña.
La escalada de violencia en Haití ha llamado la atención internacional, con llamados urgentes a la estabilidad y la restauración del orden. La incertidumbre persiste en torno al regreso de Henry a Haití y a la capacidad del gobierno para controlar la situación en medio de la crisis desatada por la fuga de presos y los ataques de las pandillas.