La primera fase del animado Carnaval de Huehuetla ha llegado a su fin, marcando un receso que concluirá con el regreso de las festividades el próximo domingo 18 hasta el miércoles 21 de febrero. Este vibrante evento alcanzará su punto álgido con la destacada ceremonia ancestral de la “Danza del Fuego”.
Según las explicaciones de Palemón Alberto Flores Aparicio, defensor de la cultura indígena, la celebración del carnaval sigue el calendario litúrgico católico de la Semana Santa. La primera semana tiene lugar cuatro días antes del Miércoles de Ceniza, mientras que la segunda parte se extiende desde el siguiente domingo hasta el miércoles, marcando el momento culminante con la ejecución de la danza, el último día de la octava del carnaval.
Simbolismo y Tradición de la Emblemática Danza del Fuego
Flores Aparicio comparte que la Danza del Fuego representa la purificación tanto del cuerpo como de la mente humana, en su constante batalla entre el bien y el mal, preparándose para un nuevo ciclo de vida.
“Esta danza celebra la purificación espiritual después de las dos etapas festivas de cuatro días cada una del carnaval. Mediante una invocación al espíritu Don Francisco Guajolote, se busca su asistencia para llevar a cabo esta danza de manera adecuada. Esto se realiza a través de una ceremonia tradicional que se representa sobre un altar de fuego”, explicó.
Se destaca que la Danza del Fuego es considerada un rito único que solo se experimenta en la cabecera municipal de Huehuetla y es la única de su tipo en el estado.
El fuego, como fuerza sagrada, posee la capacidad de purificar lo negativo y transformarlo en energía positiva, brindando protección contra los espíritus malignos.
“Se sostiene la creencia de que una deidad maligna o señor del mal se manifiesta libremente y desata su maldad en el último día de la octava del carnaval, momento en el cual las fuerzas del mal se hacen presentes”, señaló.
Flores Aparicio informó que cuando las llamas arden, los danzantes, conocidos como indios bárbaros, saltan y aceleran su velocidad sin apartarse del sendero. Esto lo hacen para brincar sobre la lumbre sin mostrar temor, invocando a los ancestros en busca de protección y guía frente a posibles desafíos de las fuerzas malignas. El acto de brincar descalzos tiene como propósito evitar que el mal ingrese y cause daño.
Entre las figuras sobresalientes, se encuentran los Comanches, espíritus guardianes que vigilan el altar de fuego, representando el equilibrio entre el orden y el caos.
“Con saltos, giros y danzas, demuestran su poder de protección contra los espíritus malignos. Así culmina la danza, donde la muerte es vencida y quemada para preservar la armonía del pueblo Tepehua”, concluyó.