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Después de más de 140 años de operar desde California, la gigante petrolera Chevron ha decidido trasladar su sede corporativa a Houston, Texas, un movimiento que ha sido bien recibido por los políticos del estado sureño, conocido por su fuerte industria petrolera. La mudanza, que se llevará a cabo en los próximos cinco años, refleja un cambio estratégico hacia un entorno más cercano a los principales yacimientos de petróleo y centros petroquímicos de Estados Unidos.
Este anuncio llega en un momento complicado para Chevron, ya que la empresa reportó una disminución del 26% en sus ganancias netas durante el segundo trimestre del año, atribuyendo esta caída a la reducción de los márgenes en el sector de refinación. Entre abril y junio, la compañía registró un beneficio neto de 4,400 millones de dólares, significativamente menor a los 6,000 millones obtenidos en el mismo período del año anterior.
A pesar de la disminución en los márgenes, la facturación de Chevron aumentó un 4.7%, alcanzando los 51,180 millones de dólares, superando las expectativas del mercado. Mike Wirth, director ejecutivo de Chevron, expresó su optimismo al afirmar que, a pesar de los desafíos recientes, la compañía está bien posicionada para generar ganancias sólidas y un crecimiento sostenido en el flujo de efectivo a largo plazo.
El traslado de Chevron a Texas se produce en un contexto en el que la empresa ha visto un aumento del 11% en su producción, impulsado en gran medida por la integración de PDC Energy, adquirida en 2023, y la alta productividad en sus sitios en la Cuenca Pérmica, que abarca partes de Texas y Nuevo México. No obstante, la empresa también enfrenta desafíos a nivel global, con una caída del 30% en sus beneficios fuera de Estados Unidos.
En el sector de refinación y distribución, Chevron experimentó una disminución significativa en sus ganancias, tanto a nivel nacional como internacional. En Estados Unidos, los beneficios cayeron un 74%, mientras que a nivel internacional la caída fue del 26%, lo que subraya las dificultades que enfrenta la compañía en un mercado energético global cada vez más competitivo.
Este cambio de sede y la reestructuración operativa son indicativos de una estrategia más amplia de Chevron para adaptarse a un entorno energético en constante evolución, mientras busca maximizar su eficiencia y rentabilidad en los próximos años.
