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China ha realizado un lanzamiento exitoso de un misil balístico intercontinental hacia el océano Pacífico, marcando una prueba pública inusual en medio de las crecientes tensiones con Estados Unidos y sus aliados. Este evento ocurrió el miércoles a las 8:44 a.m., hora de Beijing, y el misil, que llevaba una ojiva simulada, aterrizó en una zona designada en alta mar. Sin embargo, los detalles sobre la trayectoria del misil y el punto exacto de aterrizaje no fueron especificados por el Ministerio de Defensa chino.
Según el Ministerio, este lanzamiento, llevado a cabo por la Fuerza de Cohetes del Ejército Popular de Liberación, formó parte de su entrenamiento anual rutinario y no estuvo dirigido a ningún país en particular. La prueba coincide con ejercicios navales conjuntos de China y Rusia en áreas cercanas a Japón, lo que añade más presión a la ya tensa situación en la región.
En un informe aparte, la agencia de noticias estatal Xinhua indicó que China notificó a los países relevantes con anticipación, aunque no se aclaró a quiénes específicamente se dirigió. Este lanzamiento no solo puso a prueba el rendimiento del armamento y los equipos, sino que también evaluó el nivel de entrenamiento de las tropas, logrando así los objetivos previstos.
Este es un hito significativo, ya que es la primera vez en más de 40 años que China anuncia públicamente una prueba de ICBM en el océano Pacífico. La última vez que se celebró una prueba de este tipo fue en 1980, cuando el país mostró con orgullo su primer misil balístico intercontinental, el DF-5, que viajó más de 8,000 kilómetros desde el Centro de Lanzamiento de Satélites de Jiuquan hacia el Pacífico Sur.
Desde aquel entonces, China ha estado realizando pruebas de misiles de manera discreta, la mayoría en su propio territorio, aterrizando en vastas áreas desérticas en el extremo occidental del país. Aun así, en diciembre de 2013, un portavoz del Ministerio de Defensa se refirió a una prueba de un ICBM lanzado desde un submarino en el mar de Bohai, defendiendo que realizar experimentos de investigación dentro de su territorio es algo habitual.
La reciente prueba de China en el Pacífico ha generado reacciones, ya que se lleva a cabo en un contexto de tensiones crecientes, con incursiones de aviones militares chinos y rusos en el espacio aéreo japonés y conflictos marítimos con buques chinos y filipinos. “Este lanzamiento es una declaración contundente en un momento de conflictos con varios vecinos”, comentó Drew Thompson, investigador de la Escuela de Estudios Internacionales S. Rajaratnam en Singapur, señalando que China lanza muchos misiles sin hacer anuncios previos, lo que hace que esta vez sea especialmente notable.
También se plantea la pregunta de a qué países notificó China antes del lanzamiento. Thompson subrayó que hay una norma internacional que exige notificar a otros países sobre lanzamientos de misiles balísticos para evitar malentendidos, y que China no es parte de acuerdos de este tipo, excepto en el ámbito bilateral con Rusia.
La Guerra Fría llevó a EE.UU. y la Unión Soviética a acordar la notificación de lanzamientos de misiles, y aunque en 2009 China y Rusia firmaron un acuerdo similar, el contexto actual presenta un nuevo desafío. Desde la llegada de Xi Jinping al poder, China ha reforzado sus capacidades nucleares y modernizado su Fuerza de Cohetes, responsable de su creciente arsenal.
A medida que se observa el crecimiento de lo que parecen ser cientos de silos de misiles balísticos en desiertos de China, el Departamento de Defensa de EE.UU. prevé un aumento exponencial en el número de ojivas nucleares de Beijing en la próxima década. Según un informe del Pentágono, China ya tenía más de 500 ojivas nucleares operativas en 2023, y se proyecta que este número supere las 1,000 para 2030.
