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Un niño de 14 años está gravemente herido en el Hospital de los Mártires de Al-Aqsa en Deir al-Balah, Gaza, tras un ataque aéreo israelí. El menor tiene quemaduras severas en casi todo su cuerpo, y sus heridas están infestadas de gusanos debido a la falta de suministros médicos. “Tiene quemaduras de segundo y tercer grado que afectan entre el 80% y el 90% de su piel,” comenta el Dr. Mahmoud Yousef Mughani, especialista en cirugía reconstructiva y quemaduras. Las heridas no pueden limpiarse adecuadamente debido a la escasez de suministros de esterilización.
Desde hace cuatro meses, las evacuaciones médicas están paralizadas porque el paso fronterizo de Rafah con Egipto está cerrado. Esto deja a unos 12,000 pacientes esperando atención médica urgente en Gaza, enfrentando una crisis humanitaria cada vez más grave. El deterioro de las condiciones sanitarias en Gaza es evidente, no solo dentro de los hospitales, sino en todo el enclave asediado tras 11 meses de conflicto.
Mientras se realiza una campaña de vacunación contra la polio para los niños en Gaza, la ONU y otras organizaciones de ayuda alertan sobre el empeoramiento de la salud pública. “Mientras vacunamos a los niños contra la polio, otras enfermedades siguen propagándose,” afirma la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA) en X. Las condiciones son cada vez más inhumanas: montones de basura, aguas residuales en las calles y acceso limitado a productos de higiene.
La Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) advirtió que la falta de agua potable y sanitarios, junto con la escasez de artículos de higiene, está empeorando la crisis de salud pública. El precio del jabón y del champú se ha disparado, aumentando casi un 1,200% y un 500% respectivamente en el último año.
Las familias desplazadas enfrentan dificultades extremas para mantener la higiene en refugios superpoblados. Los centros de salud, cocinas comunitarias, y escuelas carecen de los recursos necesarios para mantener condiciones sanitarias adecuadas. La situación podría empeorar con la llegada del invierno.
Algunos residentes han comenzado a fabricar y vender su propio jabón y detergente, como Mohammed Al-Taweel en Deir al-Balah. “No hay alternativas. Todo está cerrado y no hay productos disponibles,” comenta. A pesar del esfuerzo, la escasez de materias primas preocupa a muchos, y los productos locales son caros y de baja calidad.
Las agencias de la ONU están reparando pozos dañados por los combates, pero la producción de agua subterránea sigue reducida. El agua potable transportada en camiones ha aumentado, pero sigue siendo insuficiente debido a la falta de combustible y congestión en áreas de desplazados.
La escasez de cloro para esterilización también es un problema, según Saeed Rayyan, un residente que vende cloro para mantener la higiene en las tiendas de campaña. “La gente usa detergentes y líquidos para lavar platos en lugar de productos adecuados,” explica Rayyan.
El nuevo año escolar ha comenzado sin acceso a educación formal para más de 600,000 estudiantes, ya que muchas escuelas están ocupadas por desplazados. Algunos niños están improvisando aulas en tiendas de campaña para continuar su educación, mientras que las agencias de ayuda luchan con nuevas restricciones para vacunar contra la polio.
La situación es desesperada y las agencias humanitarias enfrentan obstáculos graves debido a las órdenes de evacuación y las condiciones de conflicto. La ONU está preocupada por la capacidad del Ministerio de Salud para manejar estas crisis, ya que las áreas afectadas por las evacuaciones ahora están en zonas de alto riesgo.
