Sin luz, sin agua y con escasa conexión a los móviles. Así es como Cuba lleva enfrentando los peores apagones en años, dejando a millones de personas sumidas en la incertidumbre. Desde el pasado viernes, la mayor parte de la isla ha quedado sin electricidad, lo que ha traído consigo una serie de problemas que empeoran con el paso de los días.
La causa inmediata fue la falla de la principal planta energética de Cuba, dejando a la isla completamente a oscuras. Aunque el servicio fue restaurado parcialmente el sábado, volvió a fallar, afectando a unas 10 millones de personas. En algunas zonas de La Habana, con más de dos millones de habitantes, la electricidad regresó, pero la mayoría de la capital sigue a oscuras.
El ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy, aseguró que el servicio eléctrico estaría restablecido para la mayoría el lunes por la noche. Sin embargo, los cubanos, mientras esperan, ven cómo sus alimentos empiezan a pudrirse en las neveras. “Cuatro días sin electricidad es un abuso, sobre todo para los niños”, expresó Mary Karla, madre de tres hijos, quien, como muchos, no ha podido almacenar sus alimentos.
La situación es aún más desesperante en los hogares donde se depende de hornillas eléctricas para cocinar. Sin electricidad, muchas familias han recurrido a la leña para preparar sus comidas. A esto se suma la falta de agua, ya que en muchas casas la s bombas eléctricas no funcionan, haciendo imposible lavar platos o asearse.
La crisis ha generado protestas tanto en las calles como en redes sociales. En barrios como San Miguel del Padrón, algunos han bloqueado las calles con basura en señal de descontento. Además, el paso de la tormenta Oscar, que tocó tierra en Cuba como huracán el domingo, ha complicado aún más la situación, amenazando con dañar la ya frágil infraestructura energética del país.
Este apagón, considerado el peor desde que el huracán Ian golpeó la isla en 2022, pone de relieve un problema que Cuba viene enfrentando desde hace tiempo. El racionamiento eléctrico se ha vuelto una constante, con apagones programados que duran hasta ocho horas diarias en algunos lugares.
Las causas del apagón del viernes varían según las versiones. El presidente Miguel Díaz-Canel culpó al embargo estadounidense, que ha dificultado la llegada de suministros y repuestos necesarios para mantener las plantas en funcionamiento. Bruno Rodríguez, ministro de Relaciones Exteriores, se sumó a esta posición, argumentando que si se levantara el embargo, “no habría apagones”.
Por otro lado, se señala que la mayor demanda de energía por el uso de aires acondicionados, tanto en hogares como en pequeñas empresas, ha sobrecargado el sistema eléctrico. Además, el ministro De la O Levy reconoció que las dificultades aumentaron cuando ocurrieron dos apagones más mientras intentaban restaurar el servicio.
Otro factor clave en esta crisis es la escasez de combustible. Según el primer ministro Manuel Marrero, “la falta de combustible es el principal motivo de las fallas”. Cuba depende en gran medida de las importaciones de petróleo, principalmente desde Venezuela. Sin embargo, los envíos han caído en los últimos años, complicando aún más la situación energética del país.
A pesar de los intentos del gobierno por controlar la situación, el malestar de la población es palpable. Algunos cubanos han salido a las calles en protesta, mientras que otros manifiestan su frustración en redes sociales. En barrios como La Habana Vieja, residentes como Anabel González expresan su desesperación: “Lo poco que tenía en la nevera se ha echado a perder”, dijo, reflejando el sentir general de una nación que sigue en la oscuridad, literalmente y figurativamente.
La situación también ha tenido impacto en la vida cotidiana. Actividades no esenciales han sido canceladas y las escuelas han suspendido clases hasta el miércoles. Durante la tercera noche sin electricidad, las calles de La Habana se llenaban de silencio, solo interrumpido por pequeñas reuniones de personas jugando al dominó o escuchando música en radios a pilas.
El presidente Díaz-Canel, vestido con uniforme militar, apareció en televisión instando a la población a mantener la calma y a expresar sus quejas de manera ordenada. “No vamos a permitir actos de vandalismo ni alteraciones de la paz”, afirmó tajantemente, tratando de evitar que la tensión escale más allá de lo que el gobierno puede manejar.
Sin duda, Cuba enfrenta uno de sus mayores desafíos en los últimos años, y los cubanos, acostumbrados a sobrellevar crisis, están sintiendo esta con una intensidad distinta. Como dice Eloy Fon, un jubilado de 80 años: “Estamos viviendo el día a día, sin nada para sostener al país”.