De ciudad encerrada a una de las más #Seguras: el cambio de #Tampico.

Hace diez años, Tampico, una ciudad en el noreste de México, vivía con el miedo en la piel. Al caer la noche, la gente se refugiaba en sus casas, las escuelas y universidades lucían vacías, y los viajes por carretera eran considerados, por algunos habitantes, como un verdadero acto suicida.

Hoy, Tampico, junto con Madero y Altamira, sus municipios vecinos, forman una de las áreas urbanas más seguras del país, a pesar de que México sigue enfrentando la violencia causada por el crimen organizado. El contraste es enorme, y la historia de esta ciudad portuaria en el Golfo de México se ha convertido en un ejemplo a seguir para el país, que lucha contra homicidios, secuestros y extorsiones.

En gran medida, la transformación de Tampico se debe a la Mesa Ciudadana de Seguridad y Justicia de la Zona Sur de Tamaulipas, un esfuerzo de colaboración entre autoridades y ciudadanos que surgió cuando los propios habitantes decidieron que ya era suficiente.

El inicio del cambio: hartazgo ciudadano.

La situación se salió de control a principios de la década pasada, cuando los secuestros y extorsiones se volvieron parte del día a día de empresarios y ciudadanos. Jorge, un empresario del camarón, recuerda esos años con terror. “Nos secuestraban por días, pedían dinero o propiedades”, comenta con evidente preocupación, señalando que la crisis tocó fondo cuando entregar un barco o una propiedad se volvió la única opción para salvar la vida.

En esos tiempos, los habitantes de Tampico impusieron su propio toque de queda. Los secuestros superaban los 30 al mes y los homicidios alcanzaban los 100 al año, una cifra alarmante que colocaba a la ciudad entre las más peligrosas de México.

La clave del éxito: información y colaboración.

Todo cambió cuando se creó la Mesa Ciudadana de Seguridad. Desde hace una década, cada mes, más de 40 personas se reúnen para discutir cómo mejorar la seguridad de la región. Luis Apperti, uno de los fundadores de esta iniciativa, asegura que la clave fue centrarse en combatir la corrupción dentro de las autoridades, ya que la cooptación por parte del crimen organizado hacía imposible denunciar sin ser interceptado en el proceso.

Con el apoyo de sectores empresariales y militares, la Mesa impulsó la creación de un centro de denuncias independiente y un Observatorio de datos para monitorear la seguridad. Gracias a estas medidas, se triplicó el número de policías, se redujeron los secuestros a cero, y Tampico logró convertirse en una de las ciudades más seguras de México en tan solo unos años.

Seguridad basada en la confianza.

La creación de la Universidad de Seguridad y Justicia de Tamaulipas también fue un paso crucial. Willy Zúñiga, rector de la institución, señala que este semillero de nuevos policías con un enfoque humanista ha generado la confianza que los ciudadanos necesitaban para involucrarse en la lucha contra el crimen.

Aunque la violencia en el estado de Tamaulipas sigue siendo un problema, especialmente por su ubicación estratégica en las rutas del narcotráfico, Tampico ha logrado mantenerse como una “isla segura”. El secreto detrás de esto, según Apperti, es la confianza y la credibilidad que la Mesa ha sabido construir entre la comunidad y las autoridades.

El reto para Sheinbaum.

El modelo de Tampico es algo que Claudia Sheinbaum, la nueva presidenta de México, está tomando en cuenta. Su plan de seguridad, que incluye una mayor coordinación entre policías y fiscalías, busca replicar el éxito de la ciudad para enfrentar la violencia en todo el país.

Tampico demuestra que, aunque es difícil, es posible cambiar. No se trata solo de combatir la pobreza o la falta de oportunidades, sino de crear instituciones sólidas y confiables que cuenten con el apoyo de la ciudadanía.

Autor Itzel G. Bandala

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