Durante una brillante y soleada tarde en la reciente temporada de verano antártico, el crucero Seabourn Pursuit se encontró con una enorme capa de hielo marino en la bahía Hanusse. El barco, a toda velocidad, se adentró en el hielo que se desmoronaba bajo su proa, hasta quedar atrapado a varios cientos de metros en el agua helada del océano.
Los 250 pasajeros a bordo no entraron en pánico como en una película de desastres; en cambio, salieron a los balcones y laterales para curiosear. En vez de huir hacia los botes salvavidas, decidieron bajar a la pasarela y disfrutar de un paseo sobre el hielo. No fue un accidente, sino una experiencia meticulosamente planificada, que incluía una mesa con copas de champán para celebrar su llegada al continente más frío del planeta.
Entre los que paseaban por la capa de hielo estaban Greg y Susana McCurdy, una pareja de policías jubilados de Las Vegas. Susana, ahora agente de viajes a tiempo parcial, y Greg han dedicado su jubilación a explorar todos los rincones exóticos del mundo. Después de brindar con sus copas de champán, desplegaron una pancarta que decía “7° Continente Antártico 2024” y posaron para una foto. Con este viaje, se unieron a un selecto grupo de personas que han pisado todos los continentes del planeta.
Susana comentó que ha notado un cambio en la mentalidad de sus clientes. “Buscan experiencias más auténticas y cosas que hacer antes de morir, especialmente tras la pandemia. Ya no se conforman con lo mismo… ¡Y la Antártida está casi siempre en la cima de su lista!”
Un Aumento de Viajeros.
El interés por viajar a la Antártida comenzó mucho antes de que el turismo se disparara tras la pandemia. La Asociación Internacional de Operadores Turísticos de la Antártida (IAATO) ha estado registrando el número de turistas que visitan el continente desde los años 90. En aquel entonces, apenas 7.000 personas lo visitaban al año.
Sin embargo, en los últimos cinco años, las cifras se han disparado. En invierno de 2017, menos de 44.000 turistas llegaron a la Antártida, mientras que este año esa cifra superó los 122.000 visitantes. Esto se debe a que viajar al continente helado nunca ha sido tan sencillo ni tan lujoso.
Hace un par de décadas, aventurarse a la Antártida significaba abordar pequeños barcos, muchos de ellos viejos “cortadores de hielo” de Rusia y Canadá. La experiencia no era precisamente lujosa. Robin West, vicepresidente de expediciones de Seabourn, recuerda su primer viaje a la región en 2002, donde los barcos apenas tenían literas y baños compartidos. “Ponías tu nombre en una pizarra para comer espaguetis o lasaña cada noche”, dice con una risa nostálgica.
Un Cambio Radical en el Turismo Antártico.
Hoy, la experiencia es completamente distinta. Colleen McDaniel, redactora jefe de Cruise Critic, atribuye a las líneas de cruceros Lindblad y National Geographic el mérito de abrir las puertas de la Antártida a más viajeros hace aproximadamente una década. “Fueron pioneros en hacer que la experiencia antártica fuera accesible para un público más amplio, aunque en aquel entonces no era tan lujosa como lo que vemos hoy en día”, explica.
Recientemente, compañías como Ponant, Silversea, Seabourn y Scenic han elevado la experiencia de lujo, ofreciendo impresionantes suites, cenas gourmet e incluso spas. Por otro lado, líneas de cruceros como Quark están diseñando viajes para los amantes de la aventura, con actividades que incluyen esquí de fondo y acampada.
Conciencia Ambiental y Nuevas Oportunidades.
Sin embargo, el auge del turismo ha levantado algunas banderas rojas. Un estudio publicado en Nature en 2022 reveló que la nieve de la Antártida se está derritiendo más rápido debido a las visitas turísticas. El hollín de los cruceros contribuye a este problema al oscurecer el hielo y atraer más luz solar, causando un derretimiento acelerado. Los ecologistas también advierten que la creciente presencia humana está elevando los niveles de dióxido de carbono en una región que no está acostumbrada a ello.
Por otro lado, los operadores de cruceros afirman ser conscientes de su huella ambiental. Los pasajeros reciben instrucciones claras sobre no llevar alimentos o contaminantes a la Antártida y deben mantener una distancia segura de los animales para evitar la transmisión de enfermedades.
Los países que operan en la Antártida están unidos por el Tratado Antártico, que prohíbe la construcción de estructuras permanentes para uso turístico, lo que significa que no hay hoteles en el continente. Además, la IAATO ha comenzado a monitorear el consumo de combustible de los cruceros, y muchos operadores están adoptando la propulsión eléctrica cuando es posible.
Una Nueva Era de Viajes Antárticos.
Mientras tanto, las compañías de cruceros han invertido miles de millones en barcos de expedición de lujo. Tanto el Seabourn Pursuit como su gemelo, el Venture, ofrecen lujosos spas, nueve restaurantes y ocho bares para sus aproximadamente 250 pasajeros. Cada uno de los 132 camarotes cuenta con grandes puertas de cristal y balcones, permitiendo a los viajeros disfrutar de la vista mientras navegan entre los majestuosos icebergs.
Los pasajeros también pueden reservar experiencias adicionales, como viajes en submarinos o exploraciones en kayak, sin preocuparse por el frío, ya que se les proporciona equipo especial para mantenerse cálidos y secos mientras pasean entre los pingüinos y focas.
Incluso han surgido nuevas categorías de viajes. Compañías como Celebrity, Norwegian y Princess ofrecen ahora visitas “solo en crucero”, donde los pasajeros pueden ver la Antártida sin pisar su frágil tundra. Aunque no desembarcan, todavía pueden observar pingüinos, focas y ballenas.
Ya sea en uno de estos lujosos barcos o en una experiencia de solo crucero, visitar la Antártida es una oportunidad única para contemplar un mundo completamente diferente, desde la espléndida belleza de los glaciares hasta el encantador vaivén de los pingüinos. ¡Y nunca ha sido tan fácil hacerlo!