El valor de las acciones de Boeing experimentó una caída del 8,6%, equivalente a casi US$ 13.000 millones en capitalización de mercado, durante las operaciones previas a la apertura del mercado. Este desplome fue resultado de la preocupación de los inversores respecto a los daños que podría sufrir el negocio de Boeing después de que un segmento del fuselaje de un Boeing 737 Max 9 se desprendiera en pleno vuelo durante un vuelo de Alaska Airlines.
El vuelo de Alaska Airlines, que cubría la ruta de Portland, Oregón, a Ontario, California, se vio obligado a realizar un aterrizaje de emergencia después de que una parte del fuselaje se desprendiera, dejando un agujero significativo en el costado del avión. Ante este incidente, la Administración Federal de Aviación ordenó la inmovilización de todos los Boeing 737 Max 9, afectando a 171 aviones en todo el mundo, y algunas aerolíneas suspendieron sus vuelos.
Expertos en aviación anticipan que este evento tendrá impactos negativos en la reputación de Boeing y señalan la posibilidad de que la empresa deba compensar a las aerolíneas por las pérdidas de ingresos. Esta situación se suma a los problemas continuos de Boeing desde la inmovilización del 737 Max en 2019, tras dos accidentes fatales. La compañía ha reportado pérdidas financieras durante varios años y enfrenta desafíos adicionales tras este incidente.
A pesar de la recuperación de las acciones de Boeing desde el inicio de la pandemia, todavía se encuentran un 34% por debajo de su máximo histórico de febrero de 2020. En contraste, las acciones de Airbus, el competidor europeo de Boeing, han superado su nivel pre-pandémico, mostrando una diferencia significativa en la recuperación de ambas compañías en el mercado bursátil.