A medida que se acerca la temporada de ciclones en el Pacífico y el Atlántico, los estragos de la sequía más severa en décadas se vuelven cada vez más evidentes en México. Desde presas y lagos con niveles mínimos hasta tierras de cultivo abandonadas y pérdidas masivas en el ganado, el país enfrenta una crisis sin precedentes.
El estado de México, sumido en una sequía severa, ve cómo sus 125 municipios luchan por mantenerse a flote. En el sur de la entidad, la situación es crítica, con presas que alimentan las necesidades de agua de la Ciudad de México y zonas aledañas que registran niveles alarmantemente bajos.
Mientras tanto, en Morelos, la sequía moderada afecta tanto a los mantos acuíferos como a los campos agrícolas, con miles de hectáreas que no serán cultivadas durante esta temporada. Y en Guanajuato, la falta de agua no solo perjudica a los residentes, sino que también amenaza la supervivencia de cientos de miles de habitantes en el norte del estado.
En Durango, la sequía ha obligado a reducir drásticamente el riego de miles de hectáreas de tierras agrícolas, mientras que el ganado sufre pérdidas significativas debido a la falta de pastizales y agua. Situaciones similares se repiten en Veracruz, Nuevo León, Quintana Roo y Michoacán, donde la escasez de agua afecta a múltiples sectores, desde la agricultura hasta la apicultura.
A medida que el país se prepara para enfrentar la temporada de lluvias, la esperanza de alivio se mezcla con la incertidumbre sobre el futuro. Las comunidades rurales luchan por mantenerse a flote mientras el agua se agota, y las autoridades buscan soluciones urgentes para mitigar los impactos devastadores de una sequía que amenaza con empeorar antes de mejorar.