El 8 de diciembre, Ismael, Josué, Saúl y Steven salieron a jugar un partido de fútbol… y nunca regresaron a sus casas. La desaparición de estos cuatro chicos, con edades entre los 11 y los 15 años, ha dejado a todo el país en shock. Aún no hay respuestas claras y las sospechas apuntan a la participación de militares.

Presión creciente sobre el gobierno de Noboa.
Después de dos semanas de total silencio, el presidente Daniel Noboa finalmente rompió el silencio, pero sus declaraciones no han logrado calmar a los ciudadanos ni a los defensores de los derechos humanos, que exigen respuestas. “No es momento de hablar de una desaparición forzada”, afirmó Noboa este lunes, aunque tanto la familia de los chicos como muchas organizaciones siguen insistiendo en que esto es exactamente lo que parece.
Mientras tanto, la Asamblea Nacional convocó al ministro de Defensa y a dos mandos de las Fuerzas Armadas para aclarar lo sucedido. En una entrevista, Noboa propuso que los chicos sean considerados “héroes nacionales”. “No vamos a encubrir a nadie”, dijo, pero aún no se sabe qué ocurrió en esos cruciales momentos entre el operativo militar y la desaparición de los menores.
Protestas y manifestaciones pidiendo respuestas.
La indignación no se hizo esperar. Decenas de personas se reunieron este lunes frente a la Fiscalía de Guayaquil exigiendo saber la verdad. Los gritos de “¡Vivos se los llevaron, y vivos los queremos!” retumbaron por las calles, mientras los manifestantes demandaban que las autoridades respondieran con urgencia. Los padres de los chicos, devastados, cuentan cómo los menores fueron detenidos por una patrulla militar. Luis Arroyo, el padre de Ismael y Josué, relata que en un momento los chicos, al ver a los militares, trataron de huir, pero fueron alcanzados. Entre ellos estaban sus hijos.
Testimonios desgarradores
La madre de Ismael y Josué, entre lágrimas, expresó que su instinto le decía que sus hijos están vivos y que tiene sus uniformes escolares listos para cuando regresen. Pero el miedo sigue creciendo con cada día que pasa sin saber nada de ellos.

¿Fueron secuestrados por los militares?
El ministro de Defensa, Gian Carlo Loffredo, primero culpó a “grupos delincuenciales” por la desaparición, pero al día siguiente, reconoció que una patrulla militar fue la que intervino en el momento de la detención. Según él, los chicos estaban presuntamente involucrados en un robo, pero un testigo los entregó a la patrulla. Loffredo aseguró que los chicos fueron detenidos y luego, en el camino a la base militar de Taura, fueron liberados. Sin embargo, esta versión está llena de contradicciones.
Las cámaras de seguridad no mienten.
El caso dio un giro cuando se revelaron imágenes de cámaras de seguridad mostrando cómo los chicos fueron subidos a una camioneta militar. En uno de los videos, un militar golpea a uno de los menores, lo que solo aumenta la desconfianza y el temor de la familia.

La llamada inquietante.
Uno de los padres de los menores reveló que, mientras esperaba noticias de sus hijos, recibió una llamada extraña de un desconocido que le indicó ir a buscar a los chicos cerca de la base militar. Al hablar con su hijo por teléfono, este le pidió ayuda: “Nos cogieron los militares, nos pegaron, nos acusaron de robo y luego nos dejaron botados“. La historia se complica cuando, poco después, otra llamada llegó, esta vez con un mensaje escalofriante: “La mafia se los llevó.”
¿Un gobierno bajo presión?
Ecuador, un país donde la militarización es cada vez más visible, vive una crisis de seguridad sin precedentes. En medio de esta situación, el presidente Noboa enfrenta la presión de reelegirse en los comicios de febrero. Aunque el gobierno reporta una leve disminución en los homicidios, las denuncias de secuestros y extorsiones por parte de bandas criminales siguen creciendo.
El tema de la seguridad es clave para los votantes, y este caso podría ser una piedra en el zapato para sus aspiraciones. A medida que se acercan las elecciones, la oposición señala que el gobierno no ha hecho lo suficiente por esclarecer lo sucedido con los cuatro jóvenes.
¡Lo único claro es que la gente exige saber la verdad!
Mientras tanto, las manifestaciones no cesan, y los ciudadanos continúan presionando para que se investigue este caso a fondo. “Queremos saber dónde están los chicos de Guayaquil”, claman las voces en las calles, mientras el gobierno, por su parte, se enfrenta a una creciente ola de cuestionamientos.
Este caso sigue siendo un misterio, y hasta que se aclare, la ansiedad y la incertidumbre continúan marcando la vida de todos los involucrados.