Marcelo Ebrard reconoció este miércoles que México podría perder el arbitraje con Estados Unidos en torno al maíz transgénico, cuyo veredicto se dará a conocer el 14 de diciembre. Durante su salida del Colegio de México, donde participó en el Seminario Internacional América del Norte: lo que se avecina, Ebrard afirmó que, aunque el resultado no sea favorable, el proceso de resolución de conflictos dentro del T-MEC sigue funcionando.
El funcionario señaló que México ya recibió el resultado preliminar del panel, y aunque todavía no se ha concluido el proceso, existe la posibilidad de una derrota. Sin embargo, Ebrard destacó que lo relevante es establecer un precedente que podría ser útil en futuras negociaciones con el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, al considerar este panel un recurso estratégico.
En sus declaraciones, Ebrard explicó que México ahora se encuentra en una posición más ventajosa en comparación con hace seis años, cuando Trump asumió su primer mandato. Subrayó que el país se ha convertido en el principal exportador, algo que no era anteriormente, lo que le otorga un cierto nivel de influencia en las negociaciones comerciales.
El conflicto se remonta a los decretos emitidos por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador en diciembre de 2020 y febrero de 2023. Dichos decretos prohibieron el uso de semilla de maíz transgénica para siembra agrícola, con el objetivo de proteger los maíces nativos del país. Asimismo, se ordenó una eliminación gradual de las importaciones de maíz genéticamente modificado para el año 2024.
Estados Unidos respondió a estas restricciones señalando que la prohibición de México carece de una base científica sólida y constituye una violación a los acuerdos establecidos en el T-MEC. Argumentaron que las restricciones afectan las exportaciones de maíz transgénico destinado a la producción de masa y tortillas para consumo humano, lo que podría desencadenar tensiones comerciales significativas entre ambos países.
El panel de arbitraje en curso es visto como un desafío crítico para las políticas de López Obrador, mientras que Ebrard intenta minimizar el impacto potencial, enfatizando la importancia de un sistema de resolución de disputas que, al menos, se mantiene operativo.