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Igor Kirillov, el general que estaba al mando de las tropas de Protección Radiológica, Química y Biológica de Rusia, murió en una explosión en Moscú, un atentado que, según fuentes del servicio de seguridad ucraniano (SBU), fue una operación especial contra un “objetivo legítimo”.
Conocido en su país como un patriota incansable, Kirillov había sido acusado por Occidente de dirigir el uso de armas químicas en el campo de batalla ucraniano, especialmente desde el inicio de la invasión rusa en 2022. A pesar de las duras acusaciones, en Rusia se le veía como un defensor de la verdad frente a los “crímenes” de Occidente.
La tragedia ocurrió cuando Kirillov y su asistente salían de su casa en la avenida Ryazansky, al sureste de Moscú, y una bomba colocada en un scooter eléctrico explotó, acabando con sus vidas al instante. Las autoridades rusas confirmaron la muerte de ambos y hablaron de un “ataque terrorista” dirigido desde fuera.
Kirillov no solo era un importante portavoz del gobierno ruso, sino que había sido la cara visible de diversas teorías conspirativas que sacudieron el ámbito internacional. Entre ellas, llegó a afirmar que EE. UU. había creado laboratorios de armas biológicas en Ucrania y que el país norteamericano planeaba usar mosquitos portadores de VIH y hepatitis B para infectar a la población rusa.
En su rol al mando de las Tropas de Protección Radiológica, Química y Biológica, se encargaba de identificar peligros, proteger a las tropas rusas y también ataques químicos al enemigo. De hecho, las acusaciones de su implicación en el uso de armas químicas en Ucrania eran recurrentes, y la comunidad internacional lo señaló como responsable de más de 4,800 casos de uso de munición química desde que comenzó la guerra.
El día de su muerte, Kirillov tenía prevista otra rueda de prensa, como era habitual para él. Pero su legado no solo se limitó a sus informes en el Ministerio de Defensa ruso. Había sido un ferviente defensor de teorías absurdas, como la idea de que Ucrania estaba desarrollando una “bomba sucia”, algo que rechazaron de plano los países occidentales. Sin embargo, estas afirmaciones fueron utilizadas por el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, para señalar que si Rusia hablaba de esas armas, probablemente ya las estuviera preparando.
Su muerte no solo ha sacudido a Rusia, sino que también ha levantado interrogantes sobre la capacidad de Ucrania para atacar a altos mandos rusos en pleno Moscú. Algunos incluso apuntan a otros actores internacionales como los responsables de la explosión.
La desaparición de Kirillov llega en un momento clave, justo después de una reunión crucial en el Ministerio de Defensa ruso, donde se discutió el avance en la guerra contra Ucrania, y a pocos días de la esperada intervención de Vladimir Putin en su programa “Línea Directa”, donde el presidente ruso pretendía dar un mensaje optimista sobre la situación en el país.
¿Un golpe para Rusia o un mensaje de advertencia? Solo el tiempo dirá…
