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Don Filogonio Juárez Granillo, reconocido como “El Donas”, es un individuo de 70 años que ha dedicado más de cinco décadas a la venta de exquisitas donas y churros en el pintoresco Jardín Felipe Ángeles, en el corazón de Cuautepec de Hinojosa. Su presencia es tan arraigada en la comunidad que prácticamente todos han probado sus productos, con la peculiaridad de que todos conocen su fórmula secreta. Sorprendentemente, este amable señor aspira a convertirse en el próximo presidente municipal.
A pesar de sus siete décadas de vida, Don Filogonio no muestra signos de agotamiento. Al solicitar una entrevista para El Sol de Tulancingo, nos recibió con una sonrisa radiante, aunque lamentablemente, en ese momento no tenía productos disponibles para la venta, ya que los había dejado encargados con un amigo.
Don Filogonio aprendió el arte de hacer donas y churros en la bulliciosa Ciudad de México, donde buscó nuevas oportunidades a los 15 años, abandonando su pueblo natal, Cuautepec. En la metrópoli, adquirió su destreza junto a sus cuñados, y con orgullo relata: “Desde que llegué dije que lo voy a aprender y me voy a mi pueblo a ver si jala. Gracias a Dios, me va bien”.
Su jornada laboral comienza a las 3:00 de la madrugada, asegurándose de ofrecer productos frescos y recién hechos. Vende alrededor de 200 donas (a 6 pesos cada una) y 250 churros (a 3 pesos la pieza) diariamente. Después de concluir su jornada, regresa a su humilde hogar en Santa Rita, donde, tras buscar algo para comer, se toma un breve descanso antes de prepararse para el siguiente día.
La venta de donas y churros es un asunto familiar para Don Filogonio, quien cuenta con la ayuda de dos de sus cinco hijos y dos de sus hermanos. Este negocio, que ha sido el sustento de su familia durante décadas, es un legado que espera que sus hijos continúen cuando él ya no esté.
Transporta sus productos en un cesto asegurado en la parte trasera de su bicicleta, una reliquia del año 69 que conserva para su movilidad. Con interrupciones ocasionales de clientes ansiosos por comprar sus delicias, Don Filogonio narra con orgullo que este oficio le permitió cumplir uno de sus grandes sueños: ser presidente municipal.
Entre risas y cierta timidez, rememora que cuando se instaló la energía eléctrica en su zona y dos comunidades vecinas, el entonces presidente municipal, Manuel Fermín Rivera (en su primera administración), solicitó a los residentes elegir a un presidente encargado del proyecto. Don Filogonio fue la persona más votada, y así comenzó su sueño de la presidencia. “Se me acercó Manolo y me dijo: ay maistro, si jugáramos una presidencial me la ganas. Ahí inició mi sueño de ser presidente”, concluyó.
