El floreciente mercado verde se convierte en terreno propicio para la especulación financiera y las estafas, según denuncia el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez AC (Prodh). El auge de los bonos de carbono, en su modalidad voluntaria, se ve empañado por la aparición de intermediarios que, bajo la fachada de organizaciones no gubernamentales y consultoras, perpetran fraudes contra pequeños productores. Aunque existe un potencial significativo para que los agricultores accedan a este mercado, la falta de regulación ha dado paso a prácticas cuestionables, afectando a quienes buscan mitigar las emisiones.
Maija Peltola, directora para México del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), alerta sobre la presencia de “coyotes” que persuaden a comunidades para que vendan créditos de carbono a precios irrisorios. La falta de regulación en este terreno ha permitido que empresas con prácticas contaminantes, bajo la fachada de sostenibilidad, especulen con estos títulos verdes en el sector financiero.
En el ámbito global, el mercado de créditos y compensaciones de carbono alcanzó cifras astronómicas, superando los 400 mil millones de dólares el año pasado. Sin embargo, la especulación y la falta de regulación plantean desafíos significativos, y comunidades en México, como ejidos en Oaxaca, han vendido sus bonos de carbono a precios ínfimos.
La comisión de alto nivel sobre los precios del carbono sugiere que el valor de los bonos debería aumentar para cumplir con las metas internacionales de descarbonización. La falta de regulación, junto con la ausencia de medidas de alcance global, permite que empresas establezcan precios a su conveniencia. Ante esta situación, organizaciones como el FIDA trabajan para proporcionar asistencia técnica y capacitar a pequeños productores, protegiéndolos de prácticas injustas y estafas en el salvaje oeste del mercado verde.