En una contundente respuesta a los repetidos ataques con drones y misiles hutíes que amenazaban la navegación comercial en el mar Rojo, Estados Unidos y el Reino Unido llevaron a cabo una ofensiva conjunta en áreas controladas por el grupo en Yemen. La acción se desencadenó después de que el gobierno de Biden y sus aliados advirtieran a los hutíes, respaldados por Irán, sobre las consecuencias de sus imprudentes ataques.
El presidente Joe Biden afirmó que esta acción es una respuesta directa a los ataques sin precedentes de los hutíes contra buques marítimos internacionales en el mar Rojo. Las fuerzas militares estadounidenses, en colaboración con el Reino Unido y el respaldo de Australia, Bahrein, Canadá y los Países Bajos, llevaron a cabo exitosos ataques contra múltiples objetivos utilizados por los rebeldes hutíes.
La operación, denominada “Guardián de la Prosperidad”, contó con más de 60 objetivos impactados en 16 ubicaciones de los militantes hutíes respaldados por Irán. Se emplearon más de 100 municiones guiadas de precisión, abarcando nodos de mando, depósitos de municiones, sistemas de lanzamiento y instalaciones de producción, marcando así el primer ataque conocido contra los hutíes en Yemen desde el inicio de la guerra en Gaza.
Estados Unidos había evitado previamente acciones directas en Yemen para no perturbar una tregua frágil entre los hutíes y Arabia Saudita. Sin embargo, los ataques continuos contra la navegación marítima internacional obligaron a la coalición a tomar medidas decisivas.
El líder hutí Abdul Malek Al-Houthi advirtió que cualquier ataque estadounidense contra Yemen “no quedará sin respuesta”, insinuando consecuencias más allá de los ataques a buques estadounidenses en el mar. A pesar de la escalada, la Casa Blanca asegura que esta acción es defensiva y busca proteger la libertad de navegación en una de las vías fluviales más cruciales del mundo.
La comunidad internacional, expresando su preocupación por la amenaza a las rutas marítimas, respaldó la ofensiva. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas condenó los ataques hutíes y exigió su cese inmediato. Mientras tanto, Estados Unidos y sus aliados se preparan para posibles represalias hutíes, manteniendo una postura firme frente a la agresión que afecta la estabilidad en la región.