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El gobierno de Estados Unidos ha intensificado sus conversaciones con México, Brasil y Colombia para coordinar una respuesta conjunta ante la crisis política en Venezuela, surgida tras las controvertidas elecciones del 28 de julio. El Departamento de Estado estadounidense expresó preocupaciones sobre la legitimidad del proceso electoral, que dejó en una posición frágil al presidente Nicolás Maduro. Washington contempla imponer nuevas sanciones mientras explora opciones diplomáticas para restaurar la democracia en Venezuela, con la colaboración de estas naciones latinoamericanas.
Brasil y Colombia, quienes han mantenido posturas más moderadas hacia Venezuela, están siendo instados por Estados Unidos a asumir un rol más activo en la búsqueda de una solución a la crisis. Por su parte, México, que ha tenido un enfoque más neutral, es visto como un intermediario clave en las negociaciones, debido a su cercanía con ambas partes.
Estas discusiones se producen en un contexto donde la comunidad internacional, especialmente en América Latina, enfrenta el desafío de lidiar con las consecuencias políticas y sociales de las elecciones venezolanas. Estados Unidos busca que estas naciones apoyen una postura firme que exija el respeto a los derechos humanos y el retorno a un proceso democrático legítimo en Venezuela.
A pesar de las diferencias en la forma de abordar la situación, Washington confía en que una coalición de países latinoamericanos podría ejercer la presión necesaria para lograr un cambio significativo en Venezuela. La colaboración entre Estados Unidos y estos países es vista como esencial para consolidar una estrategia efectiva que ayude a resolver la crisis en la nación sudamericana.
